Sevilla (Miércoles, 21-09-2016, Gaudium Press) Ante la cercanía de la canonización del sevillano Don Manuel Gonzáles, conocido como el Obispo de la Eucaristía, el Arzobispo de Sevilla, Mons. Juan José Asenjo, ha querido referirse en su más reciente Carta Pastoral a la principalidad de la Eucaristía dominical para la vida cristiana.
«Es un hecho que el domingo se ha ido vaciando progresivamente de contenido religioso y son muchos los cristianos que no han descubierto la riqueza espiritual de la Eucaristía en el día del Señor. Por ello, quiero volver sobre la participación en la Misa dominical, que es obligatoria por ser un distintivo característico del cristiano y un camino privilegiado para alimentar la propia fe y para fortalecer el testimonio», escribe el prelado, quien luego subraya: «Sin la Misa del domingo y de los días festivos nos faltaría algo esencial en nuestra vida cristiana».
Dice que hoy, por desgracia, son muchos los católicos que pese a estar en un ambiente de raíces cristianas, no conocen la riqueza del domingo y de la celebración de la Santa Misa. «Cuando el domingo pierde su significado fundamental de ‘Día del Señor’ y se transforma en un día de pura evasión, queda el cristiano prisionero de un horizonte tan estrecho que no deja ver el cielo», asegura.
«En el domingo debe ocupar un lugar preeminente la oración y, sobre todo, la Eucaristía. Todos hemos de procurar que nuestra participación en ella sea para nosotros el acontecimiento central de la semana»: Mons. Juan José Asenjo / Foto: Archidiócesis de Sevilla. |
Al respecto, Mons. Asenjo, habla de cómo ha de ser la vivencia del Día del Señor en cada cristiano: «En el domingo debe ocupar un lugar preeminente la oración y, sobre todo, la Eucaristía. Todos hemos de procurar que nuestra participación en ella sea para nosotros el acontecimiento central de la semana. Es un deber irrenunciable, que hemos de vivir no sólo para cumplir un mandamiento de la Iglesia, sino como una necesidad, para que nuestra vida cristiana sea verdaderamente coherente y consciente».
Recuerda que es en la Eucaristía dominical donde los cristianos se reúnen como familia de Dios, «para alimentarnos con el manjar del cielo, para luchar contra el mal, vivir nuestros compromisos con entusiasmo y valentía y confesar al Señor delante de los hombres».
«A través de la participación en la Santa Misa, el día del Señor se convierte también en el día de la Iglesia, que se construye y se edifica a través de la celebración de la Eucaristía», agrega el Arzobispo de Sevilla.
A las comunidades parroquiales el prelado también llama a reafirmar la centralidad del Día del Señor y de la Santa Misa dominical: «Es preciso insistir también en la dignidad y sacralidad de las celebraciones, utilizando los ornamentos preceptuados por la Iglesia y favoreciendo la presencia de monaguillos bien formados, verdadero manantial de vocaciones. Es preciso además que la música, aún con acompañamiento de ritmos modernos, sea litúrgica y bella, con letras no banales sino ricas en contenido teológico y belleza literaria. Es necesario también pedir a los sacerdotes que celebren la Eucaristía en las parroquias diariamente y con una reverencia cada vez mayor, con gran respeto a las rúbricas y normas del Misal Romano, sin improvisaciones o creatividades fuera de lugar, especialmente cuando se trata de la plegaria eucarística, que es intocable».
En este sentido, Mons. Asenjo hace un llamado a los sacerdotes para que no omitan el tiempo de preparación de la Misa y cuiden la acción de gracias, para que sea larga y sendita. «Les pido que de tanto en tanto en la homilía instruyan a los fieles sobre el valor, la naturaleza de la Santa Misa y el significado de cada una de las ceremonias. Deben invitarles además a una participación activa y fructuosa, estimulándoles también a recibir con frecuencia al Señor en la comunión, alimento del caminante y viatico del peregrino, recibiendo además con frecuencia el sacramento del perdón y de la reconciliación», escribe el prelado.
Finalmente, convoca a las comunidades parroquiales para que fomenten diversas formas de piedad eucarística, entre ellas las procesiones con la custodia y las jornadas de adoración ante el Santísimo Sacramento. «Todo lo cual constituye un verdadero manantial de vida cristiana y de santidad».
Con información de la Archidiócesis de Sevilla.
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