Redacción (Jueves, 22-09-2016, Gaudium Press) Para vivir sin perecer en este agobiante mundo, que nos encierra, que busca rebajarnos al nivel de sus sórdidas temáticas, debemos encontrar esas «puertas del cielo» que nos hablan de infinito, de Dios. No hay otra cosa que sosiegue la sed de nuestras almas, y que nos dé fortaleza para las luchas de esta vida.
Y de pronto no es tan complicado.
Es revivir esa Matriz de maravilloso, de fábula, de mística, de ensueño y de cielo que todos tenemos en nuestras almas.
En lo más interior de nuestros espíritus no existe sólo la voz de lo que se ha llamado la Conciencia. También hay algo que podemos llamar una ‘Matriz Dorada’, que nos habla de bondad, de perfección y de belleza. Sí, es como una regla, es como un molde que está esperando por ser ocupado por algo perfecto, por algo sublime. Tiene algo de la conciencia, pero creemos que es más que la conciencia.
Es como una ‘Fábrica de ensoñación’ que nos dice, sí, cómo las cosas deberían ser, pero también cómo podrían ser mejores, cómo podrían ser perfectas. Es una ‘voz celestial’ que ahí está, y que el pecado no llega a apagar del todo; que nos señala, sí, que eso que hicimos no estaba bien, pero dice más, dice cómo eso que no hicimos bien lo podriamos haber hecho perfecto; es una voz que nos narra cómo las cosas serían si fuesen perfectas.
¿Respondimos de forma tosca y fuerte a alguien que no lo merecía? La matriz dice que no estuvo bien, pero también nos podría indicar cómo hubiera sido la forma perfecta en que nuestras palabras debían haber sido pronunciadas.
Esa ‘Matriz Dorada’, sí, es como un sello de Dios, que nos dice que ese cuadro que tenemos en la sala de casa es bonito, pero que los hay más bonitos y que podría ser casi celestial. Es una Matriz muy sensible a la belleza: ante la belleza del orden creado la Matriz vibra, se puede rejuvenecer. Esa Matriz siente la unión indefectible entre la verdadera belleza, la bondad y la verdad.
Esa Matriz es constantemente auxiliada por la gracia de Dios.
Ante la belleza metafísica o moral o incluso material, comúnmente el hombre siente envidia, se siente constreñido, todo fruto del pecado original. Pero también esa Matriz Dorada, auxiliada por la gracia de Dios, se admira con la belleza, se encanta, y fácilmente se puede reportar a un mundo dorado.
La Matriz Dorada nos dice cómo sería ese Fulano de Tal, ese cada uno, perfecto, santo, sublime. Es sólo dejarla hablar, siempre, bajo el auxilio de la gracia de Dios, de la oración, de los sacramentos. Es sólo dejarse llevar por ella.
Por Saúl Castiblanco
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