Redacción (Viernes, 30-09-2016, Gaudium Press) Dice el diccionario de la Real Academia española que ‘sublime’ es lo excelso, lo eminente, lo que tiene una elevación extraordinaria. Por su parte el popular diccionario Webster de la lengua inglesa nos dice que sublime es aquello noble, exaltado, eso que inspira asombro o admiración. Y el diccionario Larousse de la lengua francesa afirma que sublime es lo más elevado, hablando de cosas morales o intelectuales; o que a la sublimidad se llega cuando los sentimientos o la conducta alcanzan una gran elevación; o aquello que es perfecto en su género.
Esta última definición de sublime nos acerca al significado de Absoluto -y también de Sublime-, según Plinio Corrêa de Oliveira: Absoluto es aquello que siendo un pináculo en su género o en su especie, nos acerca a Dios; es una materialización altísima o la más alta de una Idea Divina; es un concreto que realiza algo a la manera de un arco voltaico con la Esencia Divina: un bello Arco Iris es algo sublime; Jesús en la Cruz por amor a los hombres es La Sublimidad.
Sublime cuadro de la Anunciación, de Mazzone |
Plinio Corrêa de Oliveira al final de su vida aumentó el tiempo que le dedicaba a la oración sobrepasando en mucho las dos horas. «En ese periodo él adquirió la costumbre de escribir las intenciones por las cuales rezaba, para no olvidarlas. (…) En la primera intención, el Dr. Plinio pedía a Nuestra Señora la gracia de que fuese introducido en su alma un amor exclusivo y encantado a todos las cimas de la sublimidad, tanto en el orden natural cuanto en el sobrenatural». (1)
Acerca de esa singularísima solicitud a Dios, comenta Mons. João Clá Dias, EP: «Aquel pedido parecía increíble. ¿Qué más deseaba un hombre que durante la vida, desde la infancia, siempre amó como reflejos del propio Dios todos los grados de sublimidad que veía en el orden del universo? Sí, él quería más y más, y era esa su primera intención a los ochenta y seis años de edad, cuando le faltaban algunos meses para concluir su carrera. El testimonio de una existencia transcurrida en el cumplimiento eximio del Primer Mandamiento quedó grabado en esa hoja gastada y casi ilegible, y así pasará a la Historia». (2)
Dr. Plinio buscaba la perfección en todo. Todos los campos de la actividad humana debían reflejar a Dios, debían ser un sublime «espectáculo» para que en ellos los hombres vieran al Creador. Pero el primer paso era la admiración, admiración a Dios que se encontraba ya presente en muchos elementos del orden del universo.
Una admiración que era vacuna contra cualquier autocontemplación, y que era un trascender a todo momento hacia el interior de Dios.
Una admiración que fortalecía la sabiduría del alma del Dr. Plinio, pues ella se adquiere cuando el hombre sale de sí para usar del universo a la manera de una catedral, donde se invoca y alaba al Señor. O incluso, cuando a partir del orden visible, se imagina un orden aún más perfecto, aún no real pero con la posibilidad de ser real, orden maravilloso, mucho más cercano al reino celestial.
Por Saúl Castiblanco
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(1) Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP. O Dom de Sabedoria na Mente, Vida e Obra de Plinio Corrêa de Oliveira. Vol V – Plenitude: «Combati o Bom Combate». Libreria Editrice Vaticana – Instituto Lumen Sapientiae. São Paulo. 2016. pp. 56-57.
(2) Ibídem, p. 57.
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