Caracas (Martes, 15-09-2009, Gaudium Press) El camino del sacerdote es el camino de la identificación con Cristo, el camino de la santidad, ha dicho Mons. Jorge Urosa Sabino, Cardenal arzobispo de Caracas, en la ceremonia de ordenación presbiteral y diaconal realizada el pasado sábado en la catedral metropolitana de esta ciudad.
En esa ceremonia fueron ordenados sacerdote Hermes Moreno Arias y diáconos Efrén Cisneros Fajardo y Juan Antonio Giordano Palermo. Los tres ejercen su ministerio en la diócesis capitalina.
Dirigiéndose de forma particular a los neo-ordenados, el Cardenal Urosa afirmó que el camino del sacerdote «es el camino del seguimiento de Cristo y del rechazo del espíritu mundano: el espíritu del maligno que se manifiesta en la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y el afán de las riquezas».
El purpurado también previno de las tentaciones -particularmente aquellas propias del contexto actual- de las cuales también pueden ser objeto los ministros consagrados: «Es preciso que reaccionemos frente a la tentación de superficialidad y de materialismo intenso que se está dando en el mundo occidental, y ante la tentación de mundanidad que también se está insinuando en hombres de la Iglesia. No podemos dejarnos llevar por el espejismo del mundo, la tentación de los placeres, por el atractivo del dinero y de las cosas materiales, por los aguijonazos de la soberbia. Por el contrario, debemos vivir una vida austera, en templanza y en pobreza evangélica, en el servicio desinteresado y comprometido con los pobres, en la actitud de humildad y obediencia que caracterizaron al Señor Jesús».
Tras colocar en realce a insignes modelos sacerdotales como Santo Toribio de Mogrovejo, San Rafael Guízar, San Juan de Ávila, el Santo Cura de Ars, el santo jesuíta Alberto Hurtado, «y tantos otros», Mons. Urosa afirmó que el llamado universal a la santidad, que se reviste de un carácter especial en el sacerdote, tiene un momento oportuno para manifestarse y desarrollarse en el marco de la Misión Continental, convocada por los obispos latinoamericanos en Aparecida, en el 2007.
«La Misión Continental Evangelizadora es ocasión propicia para que fortalezcamos nuestra ilusión pastoral, nuestro empuje, el ardor apostólico que tanto promovía el Siervo de Dios Juan Pablo II. De manera particular es importante que con alegría reafirmemos nuestra vocación, compromiso y alegría por haber recibido el don del celibato, y que vivamos con fidelidad el celibato asumido por el reino de los cielos, y que es testimonio de nuestra fe, de nuestro amor total a Cristo y por Cristo a la humanidad, y que es camino hacia la felicidad. Recordemos la promesa del Señor: ‘Felices los que escuchen y cumplan la palabra de Dios'», expresó el Cardenal Urosa.
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