Omaha (Miércoles, 02-11-2016, Gaudium Press) Mons. James Conley, Obispo de Lincoln, Estados Unidos, presentó una conferencia sobre la necesidad de evangelizar la cultura actual en un congreso organizado por la plataforma Catholic Answers y Spirit Catholic Radio, según informó Zenit. El prelado alertó que la cultura norteamericana «está llegando a ser definida por una especie de gnosticismo utilitario y tecnocrático» y exhortó a los creyentes a ser «signo de contradicción», aunque esto lleve a enfrentar persecución.
Mons. James Conley, Obispo de Lincoln, Estados Unidos. Foto: DanielPetty. |
El prelado destacó el testimonio y la herencia de los católicos de tiempos anteriores, pero alertó que las condiciones actuales no permiten que los católicos vivan como una «Iglesia de mantenimiento» en la cual se conserven los logros de los antepasados. En su lugar, los creyentes deben asumir su vocación a la santidad y salir hacia delante hacia un mundo que necesita el Evangelio, en un momento en que «nadie más lo hará». Para llevar a cabo esta misión, aconsejó «conocer nuestro territorio», por lo cual describió el panorama cultural actual.
La cultura se aparta del Evangelio
Mons. Conley comenzó por denunciar que la moralidad de los líderes culturales y políticos ha sido alterada por la convicción de que «podemos definir la realidad de acuerdo a nuestras preferencias», así como alterar «todas las relaciones humanas de acuerdo a nuestra voluntad». A esto se suma la creencia de que existe un «derecho incondicional de uso de la tecnología y la riqueza para superar las limitaciones de nuestra humanidad u obtener lo que sea que pensamos que nos hará felices».
Este cambio de pensamiento fue potenciado según el Obispo por la revolución sexual, en la cual «la libertad significa definir los límites de la realidad por nosotros mismos, en lugar de encontrar, entender y aceptar la realidad como es». La contracepción y el aborto alteraron el «significado biológico básico» de la sexualidad humana y la técnica se puso al servicio de satisfacer los deseos por encima de las limitaciones naturales, dejando de lado las consideraciones morales. Las víctimas de este proceso son los débiles y los vulnerables como sucede con las víctimas de eutanasia. El transformar la visión de las personas como objetos permite también considerarlos como medios o como obstáculos. «El fruto de la revolución sexual es una cultura que nos dice que nuestros abuelos son una carga», denunció el prelado.
Cómo evangelizar
Para enfrentar esta realidad, Mons. Conley propuso tres conceptos clave para evangelizar: El primero de ellos es la necesidad de seguir al Señor. «Antes que ser americanos, antes que ser misioneros, antes que cualquier otra cosa, necesitamos hacernos discípulos de Jesucristo y por tanto amigos verdaderos de Jesús y de su Iglesia», aconsejó. El seguimiento de Cristo se da a través de la Iglesia, con una vida sacramental «en la cual la Misa y la confesión y la vida espiritual de la Iglesia forme los contornos de nuestras mentes y corazones».
El segundo aspecto es que los creyentes deben ser signo de contradicción, abrazando «lo que el mundo rechaza: la amistad, la belleza, la bondad, la verdad, la debilidad, el sufrimiento, la alegría y la esperanza». En lugar de pensar en esta expresión como un contradecir por contradecir, el Obispo aconsejo interpretarlo como «dar testimonio de algo más agradable, algo más profundo y mucho más significativo que lo que nuestro mundo ofrece».
Finalmente, Mons. Conley advirtió que este testimonio enfrentará la resistencia, la oposición y los obstáculos advertidos por el propio Cristo. «Enfrentamos amenazas a la libertad religiosa en este país porque nuestra voz profética hace incómodo el pecado», indicó. «La confianza de los creyentes en la verdad del Evangelio es una afrenta a los tiranos. Nuestro testimonio de caridad incluso, cuando se contrapone a la ambición y maldad en este mundo, es una amenaza a quienes avanzan a través de la inmoralidad o el egoísmo».
El Obispo relató que estuvo en Rouen, Francia, una semana antes del martirio del P. Jacques Hamel. «Es fácil creer que los cristianos en este país podrían pronto enfrentar la cruz del martirio. No somos inmunes a la persecución que la Iglesia ha enfrentado durante 2.000 años», comentó. «No podemos temer esa persecución. Vivimos para la eternidad. Y sabemos que a causa de la cruz de Cristo, cuando la Iglesia es perseguida, la gracia abunda».
«Dios nos ha llamado a una misión. Nos ha llamado a ser los Santos de nuestro tiempo. Nos ha llamado a proclamar el Evangelio a un mundo que clama por el amor y la verdad del Señor», concluyó Mons. Conley. «Nos ha llamado a ser alegres, fieles, signos sagrados de contradicción, signos de la misericordia de Dios. Somos necesarios para los propósitos del Señor. Que hagamos el trabajo del Señor. Que hagamos discípulos de esta nación».
Con información de Zenit.
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