sábado, 23 de noviembre de 2024
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Los Santos son felices porque descubrieron el amor de Dios – Francisco, en la homilía de Todos los Santos

Ciudad del Vaticano (Jueves, 03-11-2016, Gaudium Press) Cuando todavía estaba en Suecia, el día 1° de noviembre, durante la homilía de la Misa celebrada en Swedbank Stadion, en la ciudad de Malmö, por ocasión de la solemnidad litúrgica de Todos los Santos, el Papa Francisco recordó a todos los bienaventurados.

El Papa dijo que recordaba no solo a los Santos canonizados y proclamados como Santos a lo largo de toda la historia, sino también muchos hermanos y hermanas que vivieron la vida cristiana a través de una existencia simple y reservada, tal vez hasta desconocidos, pero muchos. Y, entre ellos, ciertamente, muchos parientes nuestros, amigos y conocidos.

Fiesta de la Santidad

El Papa recordó que estaba siendo celebrada la fiesta de la santidad: una santidad que no se manifiesta en grandes obras ni en acontecimientos extraordinarios, sino una santidad de quien sabe vivir todos los días los deberes del Bautismo de un modo constante y fiel:

«Una santidad hecha de amor a Dios y a los hermanos. Amor fiel hasta el olvido de sí mismo y la entrega total a los otros, como la vida de aquellas madres y padres que se sacrifican por sus familias sabiendo renunciar de buena voluntad, aunque no siempre sea fácil, a tantas cosas, tantos proyectos o programas personales».

Características de un Santo

Para el Pontífice, lo que caracteriza a los santos, explicó él, es que ellos son verdaderamente felices y descubrieron el secreto de la felicidad auténtica, que tiene su fuente en el amor de Dios y las bienaventuranzas son su camino y su destino, rumbo a la patria.

Felices los mansos…

En sus palabras, el Papa quiso destacar entre las bienaventuranzas la mansedumbre. «Felices los mansos», explicó:

«La mansedumbre es una manera de ser y vivir que nos aproxima a Jesús y nos hace estar unidos entre nosotros; hace que dejemos de lado todo lo que nos divide y contrapone, a fin de buscar formas siempre nuevas para avanzar en el camino de la unidad».

Santos Suecos

El Santo Padre citó el ejemplo de hijos e hijas de Suecia que se santificaron. Entre los Bienaventurados suecos él destacó a Santa María Elisabeth Hesselblad y Santa Brígida Vadstena.

Para Francisco las bienaventuranzas son la tarjeta de identidad del cristiano. Ellas identifican a aquellos que son seguidores de Jesús y enfrentan los sufrimientos y angustias de su tiempo.

«Felices los que soportan con fe los males que otros les infligen y perdonan de corazón; felices los que miran a los ojos los descartados y marginados haciéndose próximo de ellos; felices los que reconocen a Dios en cada persona y luchan para que también otros lo descubran; felices los que protegen y cuidan de la casa común; felices los que renuncian a su propio bienestar en beneficio de los otros… (…)

Todos ellos son portadores de la misericordia y ternura de Dios, y de Él recibirán sin duda la merecida recompensa».

María, Reina de todos los Santos

Para encerrar las consideraciones de su homilía, el Santo Padre reiteró el principio de que el llamado a la Santidad es hecho a todos y que nosotros precisamos unos de otros para santificarnos.

Por eso invocó a María, Madre del Cielo y Reina de todos los Santos, para que seamos bendecidos en nuestros propósitos de santificación y alcancemos la santidad en la unidad. (JSG)

 

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