sábado, 23 de noviembre de 2024
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Antonietta Meo, "Nennolina", podría convertirse en la santa más joven. Tenía 6 años cuando murió

Roma (Viernes, 11-11-2016, Gaudium Press) Todos estamos llamados a la santidad, incluso los más pequeños. Éste es el testimonio que dejó una niña de tan sólo 6 años que muy pronto podría llegar a ser la santa, no mártir, más joven de la historia de la Iglesia.

Su nombre es Antonietta Meo, se le conoce como «Nennolina», nació en Roma el 15 de diciembre de 1930 en el seno de una familia con profundos valores cristianos que cultivó en ella, pese a su corta edad, un gran amor por Jesús y su Iglesia. Un fervor que se hizo visible cuando contaba con tan solo 5 años al inscribirse la Acción Católica, donde frecuentó el grupo de las más pequeñas.

Lo que no sabía Antonietta aquel entonces es que comenzaría para ella un Vía Crucis que la llevaría a ser testimonio de santidad en el sufrimiento: un día, tras golpearse la rodilla con una piedra, siente un dolor muy fuerte, que no pasa. Los médicos determinan que es «osteosarcoma», un tumor cancerígeno desarrollado en los huesos, y su pierna izquierda debe ser amputada. La niña permanece muchos días en el hospital.

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Retrato del día de la Primera Comunión de la Venerable Antonietta Meo.

Una situación que era muy difícil y dolorosa para tan corta edad, pero para «Nennolina» fue el camino que la acercó de una manera muy especial a Dios: tenía un concepto del valor del sufrimiento que era incomprensible sin la gracia de Dios.

Sobre este testimonio de fe, hay varias historias, como la que contó una de las enfermeras religiosas que la atendían en la clínica donde pasó sus últimos días: «Una mañana, mientras ayudaba a la enfermera que ordenaba el cuarto de la niña, entró su papá, el cual, después de haberla acariciado, le preguntó: ‘¿Sientes mucho dolor? Y Antonietta: papá, el dolor es como la tela, cuanto más fuerte más valor tiene'», sobre lo cual la religiosa agregó: «Si no lo hubiese escuchado con mis propios oídos, no lo hubiera creído».

Tras la amputación y un corto periodo de recuperación con una prótesis, Antonietta comienza a ir a la escuela, aunque con varios fastidios físicos que siempre ofrecía a Jesús. Solía decía: «Cada paso que doy sea una palabrita de amor».

Poco tiempo después, justo el día de Navidad de 1936, recibe con gran amor su Primera Comunión. Unos meses más y le sorprendería la muerte, pues la amputación no había frenado el tumor, que se extendió por varias partes de su cuerpo. Se encontraría con Jesús en el cielo el 3 de julio de 1937. Tenía seis años y medio.

Pero «Nennolima» dejó también para la historia varios testimonios escritos de su unión íntima con Dios y que hoy revelan su extraordinaria santidad. Sus letras, sencillas de una niña pequeña, revelan un gran misticismo. Siempre las firmaba como «Antonietta de Jesús»

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Las cartas de «Nennolina» escritas a Jesús, revelan su gran misticismo.

En una de ellas escribió: «Querido Jesús Eucaristía, estoy muy feliz que tu hayas venido a mi corazón. No te vayas nunca de él, permanece siempre conmigo. Jesús yo te amo tanto, quiero abandonarme en tus brazos y has de mi aquello que tú quieras (…) ¡Oh Jesús amoroso, dame almas, dame tantas!».

Su causa de canonización fue abierta en la Diócesis de Roma en 1942, clausurándose la fase diocesana en 1972. El 17 de diciembre de 2007 es declarada «Venerable» por el Papa Benedicto XVI. Solo resta un milagro atribuido a su mediación para que «Nennolina» reciba finalmente el honor de los altares, aunque para muchos ya es una santa.

Sobre ella dijo Benedicto XVI a un grupo de niños de la Acción Católica el 20 de diciembre de 2007: «¡Qué ejemplo tan luminoso dejó esta pequeña coetánea vuestra! Nennolina, niña romana, en su brevísima vida -sólo seis años y medio- demostró una fe, una esperanza y una caridad especiales, así como las demás virtudes cristianas. Aunque era una niña frágil, logró dar un testimonio fuerte y robusto del Evangelio, y dejó una huella profunda en la comunidad diocesana de Roma».

Su cuerpo permanece en Roma en la Basílica de la Santa Cruz en Jerusalén, donde es venerado por muchos.

Con información de vatica.va y 30giorni.it.
Gaudium Press / Sonia Trujillo

 

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