Ciudad del Vaticano (Martes, 15-11-2016, Gaudium Press) Si resumimos las palabras del Papa Francisco dichas el pasado viernes 11, en la homilía pronunciada en la Capilla de la Casa Santa Marta, podríamos usar pocas palabras: el amor del cristiano no es como el amor de las novelas, es concreto: el criterio para el amor Cristiano es la Encarnación del Verbo.
Las reflexiones del Papa nacieron de las lecturas de la liturgia del día que tratan de la naturaleza del amor cristiano. Una ocasión encontrada por Francisco para recordar el mandamiento recibido de Dios: caminar en el amor.
Inevitablemente, una pregunta surge de ahí: «¿Pero de qué amor estamos hablando?». Y fue lo que cuestionó el Pontífice, pues, «Esta palabra es usada hoy para tantas cosas. Se habla de amor en un romance o en una novela, de amor teórico.»
Encarnación del Verbo, criterio del amor cristiano
Para responder la pregunta que poco antes hiciera, Francisco hizo otra pregunta y la respondió también.
¿Cuál sería «el criterio del amor cristiano?» El criterio, dijo el Santo Padre, enfáticamente: «es la Encarnación del Verbo». ¡Y quien niega eso, quien no lo reconoce es el ‘anticristo’!».
El Papa Francisco afirmó, entonces que «un amor que no reconoce que Jesús vino en Carne, en la Carne, no es el amor que Dios nos comanda. Es un amor mundano, es un amor filosófico, es un amor abstracto, es un amor pequeño, es amor ‘soft’. ¡No! El criterio del amor cristiano es la Encarnación del Verbo.
¡Quien dice que el amor cristiano es otra cosa, este es el anticristo! Que no reconoce que el Verbo vino en la Carne.
Y esta es nuestra verdad: Dios envió a su Hijo, se encarnó e hizo una vida como nosotros. Amar como Jesús amó; amar como Jesús nos enseñó; amar con el ejemplo de Jesús; amar, caminando en la estrada de Jesús. Y la estrada de Jesús es dar la vida».
Francisco además prosiguió con su respuesta afirmando que «la única manera de amar como Jesús amó, es salir continuamente del propio egoísmo e ir al servicio de los otros».
Y eso, según el Santo Padre, porque el amor cristiano «es un amor concreto, porque concreta es la presencia de Dios en Jesucristo».
Ir más allá de la Encarnación del Verbo es escarnecer la Iglesia
Continuando su explicación, el Papa encontró también una oportunidad para hacer la advertencia de que aquel que pasa de largo, que va más allá de esta «doctrina de la carne», de la Encarnación, «no permanece en la doctrina de Cristo, no posee Dios»:
«Este ir más allá es un misterio: es salir del Misterio de la Encarnación del Verbo, del Misterio de la Iglesia. Porque la Iglesia es la comunidad en torno a la presencia de Cristo, que va más allá. (…)Y a partir de ahí nacen todas las ideologías: las ideologías sobre el amor, las ideologías sobre Iglesia, las ideologías que sacan de la Iglesia la Carne de Cristo. ¡Esas ideologías escarnecen la Iglesia! ‘Sí, yo soy católico; sí, soy un cristiano; yo amo todo el mundo con un amor universal ‘… Pero es tan etéreo. Un amor es siempre dentro, concreto y no para más allá de esta doctrina de la Encarnación del Verbo».
Para el Papa, «quien quiere amar no como Cristo ama su novia, la Iglesia, con la propia carne y dando la vida, ama ideológicamente».
Y ese modo de «hacer teorías e ideologías, también propuestas de religiosidad que retiran la Carne de Cristo, que retiran la Carne a la Iglesia, van más allá y arruinan la comunidad, arruinan la Iglesia».
Dios sin Cristo, Cristo sin Iglesia…
Ya finalizando, Francisco hizo nueva advertencia. El Papa advirtió además que «si comenzamos a teorizar sobre el amor», llegaremos a la «transformación» de lo que Dios «quiso con la Encarnación del Verbo, llegaremos a un Dios sin Cristo, un Cristo sin Iglesia y a una Iglesia sin pueblo. Todo en este proceso de escarnecer la Iglesia «:
«Recemos, pidió el Papa, al Señor para que nuestra caminata en el amor nunca -¡nunca!- haga de nosotros un amor abstracto. Sino que ese amor sea concreto, con las obras de misericordia, con las cuales se toca la carne de Cristo allí, de Cristo Encarnado.
Por eso fue que el diácono Lorenzo dijo: «¡Los pobres son el tesoro de la Iglesia!». ¿Por qué? ¡Porque ellos son la carne sufriente de Cristo!
Vamos a pedir esta gracia de no ir más allá y no entrar en este proceso, que tal vez seduce muchas personas, de intelectualizar, de ideologizar ese amor, escarneciendo la Iglesia, escarneciendo el amor cristiano.
Y no llegar al triste espectáculo de un Dios sin Cristo, de un Cristo sin Iglesia y de una Iglesia sin pueblo». (JSG)
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