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Santiago (Miércoles, 16-11-2016, Gaudium Press) Desde muy temprano, fieles de todas las parroquias y movimientos apostólicos de la capital repletaron los escaños de la Catedral Metropolitana para ser partícipes de la eucaristía celebrada en acción de gracias por el Año de la Misericordia, que culminó en la arquidiócesis el pasado domingo 13 de noviembre.
La Santa Misa fue presidida por el arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati y concelebrada por el Nuncio Apostólico, Mons. Ivo Scapolo; los obispos auxiliares, Fernando Ramos, Jorge Concha y Galo Fernández; algunos vicarios zonales, ambientales, presbíteros y diáconos.
En su homilía, el pastor manifestó su alegría por estar junto a miles de personas culminando este jubileo convocado por el Papa Francisco: «Es un año que ha querido revelarnos el corazón de cada hombre y de cada mujer. Un corazón sencillo, un corazón que reconoce las propias faltas, pero sobre todo, un corazón que confía y sabe que Dios ha enviado a su propio hijo para que nuestra vida sea de reconciliación y de paz», dijo.
Luego agregó que «aquellos que se han alejado de Jesús puedan experimentar la bondad, la ternura del corazón de Dios, para descubrir más profundamente en nuestras vidas lo que significa la misericordia de Dios y para aprender de Él el ser misericordioso con nuestros hermanos».
Finalmente, el cardenal hizo un llamado a seguir siendo motivados por la misericordia, a tener comunidades abiertas y servidoras, que salgan a recorrer las periferias al encuentro de los hermanos. «Debe permanecer en cada uno de nosotros la experiencia de que Dios es nuestro Padre, que es acogedor, que perdona y ver que la gloria de Dios es que cada uno pueda encontrar en Él al Padre bondadoso», expresó.
Misericordia: «una viga central en la vida de la Iglesia»
Tras la celebración eucarística, monseñor Héctor Gallardo, Vicario General de la Pastoral, conversó con la prensa de Iglesia destacando la necesidad de mantener permanentemente una actitud de misericordia, especialmente con los más necesitados y vulnerables.
«En la liturgia se hicieron presentes la preocupación de la Iglesia de Santiago por las personas de la calle, los migrantes, esta vinculación tan hermosa que se tejió con los artistas. No cerrando una puerta. La puerta del Año de la Misericordia no se cierra, porque la misericordia sigue abierta. Hemos celebrado el paso de la misericordia del Señor por la vida de la Iglesia de Santiago y esperemos que esta sea una actitud que se nos quede para siempre como un estilo, una viga central en la vida de la Iglesia», dijo.
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