sábado, 23 de noviembre de 2024
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Ante más de 70.000 peregrinos, el Papa clausuró el Año de la Misericordia

Ciudad del Vaticano (Lunes, 21-11-2016, Gaudium Press) Ante más de 70.000 fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco clausuró ayer, en solemne eucaristía, el Año de la Misericordia, coincidiendo con la fiesta de Jesucristo Rey del Universo. En la homilía el Pontífice relacionó Realeza de Jesús y su infinita Misericordia.

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«La solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo corona el año litúrgico y este Año santo de la misericordia. El Evangelio presenta la realeza de Jesús al culmen de su obra de salvación, y lo hace de una manera sorprendente», expresó el Papa. Su realeza, que manifiesta la «omnipotencia del amor», es motivo de júbilo de todos los hombres. «Compartimos con alegría la belleza de tener a Jesús como nuestro rey; su señorío de amor transforma el pecado en gracia, la muerte en resurrección, el miedo en confianza».

Entretanto, «sería poco creer que Jesús es Rey del universo y centro de la historia, sin que se convierta en el Señor de nuestra vida: todo es vano si no lo acogemos personalmente y si no lo acogemos incluso en su modo de reinar», señaló el Papa.

Los fieles, como partícipes del pueblo santo, «que tiene a Jesús como Rey», estamos llamados «a seguir su camino de amor concreto», a preguntarnos todos los días: «¿Qué me pide el amor? ¿Adónde me conduce? ¿Qué respuesta doy a Jesús con mi vida?».

Asimismo, «este Año de la misericordia nos ha invitado a redescubrir el centro, a volver a lo esencial. Este tiempo de misericordia nos llama a mirar al verdadero rostro de nuestro Rey, el que resplandece en la Pascua, y a redescubrir el rostro joven y hermoso de la Iglesia, que resplandece cuando es acogedora, libre, fiel, pobre en los medios y rica en el amor, misionera», explicó Francisco.

En reconocimiento de la realeza de Cristo, debemos seguir el ejemplo del Buen Ladrón, que ruega diciendo: ««Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino». Esta persona, mirando simplemente a Jesús, creyó en su reino. Y no se encerró en sí mismo, sino que con sus errores, sus pecados y sus dificultades se dirigió a Jesús. Pidió ser recordado y experimentó la misericordia de Dios: «hoy estarás conmigo en el paraíso». Dios, apenas le damos la oportunidad, se acuerda de nosotros».

El Papa concluyó su homilía encomendando a la Virgen todas las situaciones difíciles, y pidiéndole que atienda todas las súplicas, las cuales no quedarán sin respuesta.

 

 

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