San Sebastián (Lunes, 21-11-2016, Gaudium Press) El Obispo de San Sebastián, España, Mons. José Ignacio Munilla, presidió el día 20 de noviembre la liturgia de la Solemnidad de Cristo Rey en la capilla del cementerio de Polloe, donde se perpetró un robo sacrílego el día 07 de noviembre. Durante el acto de desagravio, el prelado pidió interpretar el acontecimiento como «una llamada a la conversión» que profundice la devoción eucarística de los fieles.
Mons. José Ignacio Munilla, Obispo de San Sebastián, España, durante el desagravio en la capilla del cementerio de Polloe. Foto: Diócesis de San Sebastián. |
«Todo acontece con una finalidad», expresó Mons. Munilla en su predicación, difundida por la agencia ACI, «y esta es una llamada a la conversión eucarística para ayudarnos a vivir con más conciencia y consecuencia la presencia de Jesús en la Eucaristía». El Obispo condenó el grave hurto directamente en contra del sacramento, ya que los criminales atacaron el Sagrario y días después pudieron hallarse los vasos sagrados sin rastro de las Hostias Consagradas que contenían.
El Obispo indicó que «lo acontecido necesita una mirada de justicia» y pidió a las autoridades la protección de los lugares de culto «porque el respeto a la libertad religiosa forma parte de uno de los principios que posibilitan la convivencia ciudadana». El prelado denunció una oleada de profanaciones en el país y la impunidad de los mismos, como el emblemático caso de una exposición supuestamente artística en la cual se emplearon Hostias Consagradas y cuya denuncia por los delitos de robo y ofensa de los sentimientos religiosos fue archivada por el juez ante quien se interpuso.
El Obispo presidió un Acto de Consagración al Sagrado Corazón de Jesús como parte del desagravio por el sacrilegio. «Jesús, te pedimos especialmente que te compadezcas de quienes realizaron el acto de sacrilegio en esta capilla. Reina Señor, no sólo sobre los que no se han separado de Ti sino también sobre los hijos pródigos, haz que vuelvan pronto a la casa para que no mueran de miseria y hambre», imploró el Obispo en su plegaria. «Haz que de un extremo a otro de la Tierra no se oiga más que una sola voz: Alabado sea el Divino Corazón por quien nos ha venido la salvación. A Él la gloria y el honor».
Con información de ACI.
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