Adviento: tiempo de disponibilidad para reencontrar al Señor, dice Francisco, en el Ángelus

Ciudad del Vaticano (Martes, 29-11-2016, Gaudium Press) En este primer domingo de Adviento, que marca el inicio del nuevo Año Litúrgico, el Papa Francisco pronunció la tradicional alocución, durante la oración del Ángelus, delante de fieles y peregrinos reunidos en la Plaza San Pedro.

El Santo Padre recordó que el tiempo del Adviento es una buena ocasión para «ir al reencuentro del Señor», y que debe ser «un tiempo de esperanza verdadera, fundada en la fidelidad de Dios y sobre nuestra responsabilidad».

Estad atentos: el Señor nos visita continuamente

Recordando el Evangelio de San Mateo, el Papa mostró que después de la primera visita del Señor a la humanidad, en el nacimiento de Jesús en la gruta de Belén; una segunda visita se realiza ahora, en el presente.

«El Señor nos visita continuamente, todos los días, camina a nuestro lado, es una presencia de consolación», dijo Francisco.

Recuerda además que Mateo, narrando el diluvio, resalta el contraste entre la rutina cotidiana y la venida repentina del Señor: «¡Estad atentos y preparados!».

Es común ser sorprendido en las horas que preceden a una gran calamidad, estar llevando la vida sin atención y sin percibir que ella está para ser transformada, a veces, definitivamente.

Invitación a la sobriedad, listos para partir

«A partir de esta perspectiva, surge también una invitación a la sobriedad, a no dejarnos dominar por las cosas de este mundo, por las realidades materiales, sino a gobernarlas. Cuando, al contrario, nos dejamos condicionar y dominar por ellas, no conseguimos percibir que hay algo mucho más importante: nuestro encuentro con el Señor que viene para nosotros. Es una invitación a la vigilancia, porque no sabiendo cuando él vendrá, es preciso estar siempre listos para partir».

El Señor viene en la hora que no imaginamos

Finalmente recordó que «el Evangelio no quiere transmitirnos miedo, sino abrir nuestro horizonte para la dimensión ulterior, mayor, que de un lado relativiza las cosas de cada día pero al mismo tiempo la torna preciosa, decisiva.»
«De esta perspectiva viene también una invitación a la sobriedad, a no ser dominados por las cosas de este mundo, por las realidades materiales, sino a gobernarlas».

Con esta invitación a la vigilancia, en este tiempo de Adviento, «somos llamados a alargar el horizonte de nuestro corazón, a hacernos sorprender por la vida que se presenta en cada día con sus novedades.

Para hacer esto, es preciso aprender a no depender de nuestras seguridades, de nuestros esquemas consolidados, porque el Señor viene en la hora en que no imaginamos. Viene para introducirnos a una dimensión más bella y mayor» – concluye el Santo Padre. (JSG)