Ciudad del Vaticano (Jueves, 01-12-2016, Gaudium Press) Alrededor de siete mil fieles y peregrinos estuvieron en la Sala Pablo VI para participar de la Audiencia General del Papa Francisco.
La catequesis de esta Audiencia encierra el ciclo que Francisco dedicó en varias Audiencias al asunto de la Misericordia.
El pontífice trató de dos obras: una espiritual de «rezar por los vivos y los muertos», y otra corporal, «enterrar a los muertos».
«Las catequesis terminan, pero la misericordia debe continuar», dijo el Papa.
Enterrar a los muertos
El Papa afirmó que, a primera vista, una obra de misericordia como enterrar a los muertos puede parecer raro, pero si pensamos en tantas regiones atribuladas por el flagelo de la guerra, enterrar a los muertos se torna tristemente una obra muy actual.
A veces, como fue el caso del viejo Tobit, en el Antiguo Testamento, significa colocar en riesgo la propia vida. Pero puede exigir gran coraje, como en el caso de José de Arimatea, al providenciar un sepulcro para Jesús, después de su muerte en la Cruz.
«Para los cristianos, la sepultura es un acto de piedad, pero también de fe y esperanza en la resurrección de los muertos», dijo el Papa.
Por eso, recordó Francisco, somos llamados también a rezar por los difuntos, porque reconocemos el bien que esas personas nos hicieron en vida y para encomendarlas a la misericordia de Dios:
«Todos resucitaremos y todos permaneceremos para siempre con Jesús», recordó el Papa, que pidió además no olvidemos la oración por los vivos.
Comunión de los Santos
Rezar por los vivos es una manifestación de fe en la Comunión de los Santos, que nos enseña que los bautizados, encontrándose unidos en Cristo y bajo la acción del Espíritu Santo, pueden interceder unos por los otros.
El Santo Padre mostró que son varios los modos de rezar por el prójimo. Un ejemplo de ese modo de rezar por los otros es el «hábito aún presente en algunas familias»: los padres y madres que bendicen a los hijos antes de salir de casa, y en otras ocasiones del día. Hay también la oración para las personas enfermas, la intercesión silenciosa a veces con las lágrimas.
Al rezar uno por los otros, debemos pedir siempre que se haga la voluntad de Dios, porque su voluntad es ciertamente el bien mayor, el bien de un Padre que jamás nos abandona, explicó Francisco quien además enseñó:
«Abramos nuestro corazón, rezar y dejar que el Espíritu Santo rece en nosotros. Y eso es lo bello de la vida, rezar, agradecer, alabar a Dios, pedir algo, aunque llorando cuando hay alguna dificultad, pero con corazón abierto al Espíritu para que rece en nosotros, con nosotros y por nosotros.»
Al concluir su catequesis, el Papa Francisco pidió un esfuerzo para que se rece unos por los otros, a fin de que las obras de misericordia corporales y espirituales se tornen siempre más el estilo de nuestra vida:
«Como dije anteriormente, las catequesis se concluyen. Hicimos el recorrido de las 14 obras de misericordia, pero la misericordia continúa y debemos ejercitarla en esos 14 modos.» (JSG)
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