Ciudad del Vaticano (Lunes, 05-12-2016, Gaudium Press) Para hablar sobre el Reino de los Cielos, que fue el tema de su meditación en el Ángelus dominical en la Plaza de San Pedro, el Papa se inspiró en el Evangelio del día, que reza «Conviértanse, porque el Reino de los cielos está cerca», expresión ésta de Juan el Bautista.
«Viene el reino de Dios, es más, está cercano, está en medio de nosotros, esta palabra es muy importante: el reino de Dios está en medio de ustedes, dice Jesús. Y Juan anuncia esto que Jesús luego dirá: el reino de Dios ha venido, ha llegado, está en medio de ustedes. Este es el mensaje central de toda misión cristiana», explicó el Pontífice.
«Pero, ¿qué es este reino de Dios, de los cielos? Son sinónimos. Nosotros pensamos inmediatamente en algo que tiene que ver con el más allá: la vida eterna. Cierto, esto es verdad, el reino de Dios se extenderá indefinidamente más allá de la vida terrena, pero la buena noticia que Jesús nos trae – y que Juan anticipa – es que no debemos esperar el reino de Dios en el futuro: se ha acercado, de alguna manera ya está presente y podemos experimentar desde ahora su potencia espiritual. El reino de Dios está en medio de ustedes, dirá Jesús. Dios viene a establecer su señorío en nuestra historia, en el hoy de cada día, en nuestra vida; y allí donde sea aceptado con fe y humildad, germinan el amor, la alegría y la paz», continuó.
Entretanto, el Papa Francisco afirmó que hay una condición fundamental para hacer parte de este Reino magnífico: «Es hacer un cambio en nuestra vida, es decir, convertirnos. Convertirnos cada día, un paso adelante cada día. Es dejar los caminos cómodos pero engañosos, de los ídolos de este mundo: el éxito a toda costa, el poder a expensas de los débiles, la sed de riquezas, el placer a cualquier precio. Y abrir, en cambio, el camino al Señor que viene, Él no quita nuestra libertad, sino que nos dona la verdadera felicidad. Con el nacimiento de Jesús en Belén, es el mismo Dios quien ha venido a habitar entre nosotros, para liberarnos del egoísmo, del pecado y de la corrupción, y de estas actitudes, que son del diablo», dijo.
En esta línea de un cambio en las propias vidas, el Papa expresó que la Navidad que se aproxima es también la ocasión para preparar el camino del Señor y allanar sus senderos. «Nosotros preparamos el camino del Señor y allanamos sus senderos, cuando examinamos nuestra conciencia, cuando escrutamos nuestras actitudes, para sacar de nosotros estas actitudes pecaminosas que he mencionado, que no son de Dios».
El Pontífice concluyó su meditación, pidiendo a la Virgen que ayude a todos a preparar el encuentro con Jesús pequeño «como una semilla caída en la tierra. Es Jesús esta semilla, la semilla del Reino de Dios».
Con información de Radio Vaticano
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