La Plata (Martes, 06-12-2016, Gaudium Press) Mons. Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata, en Argentina, realizó su reflexión semanal en su programa sabatino de TV, Claves para un Mundo mejor, hablando de los tres advientos del Señor.
Explicó el Arzobispo que «la Iglesia educa a sus fieles, no solamente con documentos que hay que leer, que hay que aprender, sino que educa especialmente a través de los ciclos litúrgicos, a través del Año Litúrgico. Los tiempos litúrgicos tienen un sentido que, si los comprendemos, nos instruyen acerca del misterio de Cristo y de nuestra participación en él».
Después detalló que «el fin del Tiempo Ordinario, como se lo llama o Tiempo durante el Año, se cumple el Domingo de Cristo Rey, pero el domingo anterior ya el Evangelio se refiere al retorno de Cristo, a la segunda venida de Cristo. Es decir que ya al final del Tiempo Litúrgico Ordinario la Iglesia nos enfoca hacia lo que en griego se llama «ésjaton» o sea lo último, el final, el estado final de la historia que se verificará cuando el Señor vuelva. Como decimos en el Credo ‘volverá con gloria para juzgar a vivos y muertos y su reino no tendrá fin’. Inmediatamente después de la Fiesta de Cristo Rey, empieza el Adviento. Hemos comenzado ahora el tiempo de Adviento».
Seguidamente el arzobispo platense indicó que «Adviento significa venida, llegada. Sabemos que es el tiempo de preparación para la Navidad, el Nacimiento de Jesús; es la primera venida de Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre. Sin embargo, el primer domingo del Adviento, escuchamos el Evangelio que nos habla claramente de la segunda venida de Jesús. Es decir que mientras nos preparamos para celebrar con alegría el Nacimiento del Señor, que es la fuente de nuestra salvación, la Iglesia quiere que pensemos en el fin de la historia, quiere que pensemos en el retorno de Cristo, con todo lo que eso significa acerca de la cosmovisión cristiana, acerca de la visión cristiana del mundo y acerca también del modo de interpretar nuestra vida».
Un tercer Adviento
«Podríamos hablar, incluso, de un tercer adviento. El primero es el Nacimiento de Jesús en Belén, el segundo sería el retorno glorioso de Cristo al fin de los tiempos y el tercer adviento sería la venida continua de Dios a nuestros corazones, la venida continua del Señor, porque el Señor está presente continuamente si estamos en su gracia, si abrimos nuestro corazón a Él».
En el final de su reflexión expresó: «Preparémonos para festejar la Navidad tomando en cuenta esas otras dos dimensiones: el hecho de la segunda venida de Jesús que no sabemos cuándo se producirá, y este otro hecho, realísimo, de que el Señor viene a nuestras almas. Una Navidad bien celebrada implica que uno abre su corazón al Señor y que, para decirlo con palabras sencillas, deja que Jesús nazca en nuestro corazón».
Aseguró que «la fe cristiana no es una pura teoría» e insistió en que la Iglesia nos educa mediante signos. En el caso de la Navidad tenemos el signo sensible del Pesebre; se nos invita a mirar el Pesebre, así como en Semana Santa miramos al Crucificado. Eso nos educa, eso nos enseña y hasta la gente más sencilla, la gente que no sabe ni leer ni escribir comprende estas realidades misteriosas y bellas. Así la Iglesia enseña a su pueblo, enseña a sus fieles».
«Pues bien -concluyó-, ya que hemos comenzado el Adviento tratemos de vivirlo bien mirando esas dimensiones diversas que les he explicado. Este es el deseo que tengo para todos ustedes».
Con información de Aica
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