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Ciudad del Vaticano (Lunes, 12-12-2016, Gaudium Press) Ayer, en la reflexión previa al Ángelus dominical, el Papa Francisco reflexionó sobre la alegría del cristiano, el día en que la Iglesia celebraba el «Domingo ‘gaudete’ «, el domingo del regocijo ante la próxima venida del Salvador, en el tercer domingo de adviento.
«Es una alegría que toca lo íntimo de nuestro ser, mientras esperamos a Jesús que ya ha venido a traer salvación al mundo, el Mesías prometido, nacido en Belén de la Virgen María», expresó el Pontífice.
Preguntado por el Bautista si Él era el Mesías, Jesús manda decir: «Los ciegos ven y los paralíticos caminan; los leprosos son purificados y los sordos oyen; los muertos resucitan» (Mt 11,5).
«No son palabras, son hechos que demuestran cómo la salvación, traída por Jesús, aferra todo el ser humano y lo regenera -comenta el Papa. Dios ha entrado en la historia para liberarnos de la esclavitud del pecado, ha puesto su tienda en medio de nosotros para compartir nuestra existencia, curar nuestras llagas, vendar nuestras heridas y donarnos la vida nueva. La alegría es el fruto de esta intervención de salvación y de amor de Dios».
La alegría cristiana «nos lleva adelante y nos da el coraje», continuó el Papa Francisco. «El Señor viene, viene a nuestra vida como liberador, viene a liberarnos de todas las esclavitudes interiores y externas. Es Él que nos indica el camino de la fidelidad, de la paciencia y de la perseverancia porque, a su regreso, nuestra alegría será plena. La Navidad está cerca, los signos de su aproximación son evidentes por nuestras calles y en nuestras casas».
El Pontífice concluyó su meditación, convocando a compartir la alegría cristiana con los demás, dando «consuelo y esperanza a los pobres, a los enfermos, a las personas solas e infelices», y pidiendo a la Virgen María, que ayude a los hombres a escuchar la voz de Dios.
Con información de Radio Vaticano
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