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Adviento, un tiempo nuevo

Redacción (Miércoles, 14-12-2016, Gaudium Press) Con este título, Mons. Walmor Oliveira de Azevedo, Arzobispo metropolitano de Belo Horizonte, hizo consideraciones sobre el período litúrgico que estamos viviendo.

1.jpg«Los cristianos se preparan para la celebración de la Navidad de Jesús en un tiempo llamado Adviento, con momentos de espiritualidad y celebraciones que recuperan la sintonía de los corazones con el corazón de Dios» describió el Arzobispo ya al inicio de sus palabras.
Él afirmó que un «tiempo de esperanza, que puede fecundar un futuro mejor soñado por todos, particularmente cuando se evalúa el peso de los muchos percances vividos en la contemporaneidad» y resalta que, «de modo muy especial, el adviento de la venida del Mesías tiene propiedad para reavivar sensibilidades perdidas, el gusto por el bien, y sedimentar la convicción de la importancia de todas las personas, sin distinciones».

Dificultades y fuerza necesaria

Mons. Walmor mostró la dificultad de vivir la delicadeza de este tiempo, sobre todo por causa de la «avalancha de llamados en esa época para estimular el consumismo y las fiestas. Se convive con la fantástica e ilusoria sensación de lo bello, a partir de luces y colores con fugacidad propia – luego después de ese período viene la realidad con sus desafíos».

Y él muestra de dónde viene la «fuerza necesaria para todos» para vivir este tiempo de modo correcto:

«…viene justamente del amor y de la experiencia de encontrarse con Jesucristo. Ahora, lo que define la vida y las personas no son las circunstancias, ni siquiera los desafíos de la sociedad. Por encima de todo, lo que define la autenticidad de la condición humana y los rumbos nuevos de la historia es el amor. Y el amor se torna realidad en la experiencia de buscar a Jesucristo».

Sentido singular de la celebración de la Navidad

«Es ahí, muestra Mons. Walmor, el sentido de la celebración de la Navidad, oportunidad singular e inigualable para diseñarse un horizonte diferente, conferir a la vida una orientación decisiva.»

«La alegría que nace del encuentro con Jesús no es artificial, diferentemente de las que son producidas por mecanismos ilusorios, efímeros. Es la felicidad que nace de la experiencia de aproximarse a la fuente inagotable del amor de Dios, Padre misericordioso, que transforma, recrea y salva. Sin ese encuentro, no hay como pasar de la muerte a la vida, de la tristeza a la alegría, de lo absurdo para el sentido profundo de la existencia, del desaliento para la esperanza».

Sin el Encuentro con Cristo

«Sin el encuentro con Cristo, que promueve transformaciones en las personas, -dice el Arzobispo de Belo Horizonte- la humanidad continuará regida por la economía de la exclusión, por la falta del compromiso con la solidaridad y con la búsqueda por el bien de la colectividad. La idolatría perversa del dinero será siempre enfermedad incurable y el pueblo permanecerá carente de gobernantes competentes, con sólida moral. Solamente con una profunda espiritualidad, temperando todas las prácticas, será posible promover reformas fundamentadas en la ética.

Invitación

«La invitación permanente, con fuerza singular en el tiempo de adviento, es fijar la mirada en Él, Cristo, el Mesías Salvador. Conocerlo, dialogar con Él, dejarse transformar por sus propuestas y lecciones – los valores del Evangelio. Esa experiencia espiritual califica la existencia, las acciones y elecciones del ser humano. Por eso, es hora de aceptar la propuesta de encontrarse con Jesucristo – apertura al adviento de un nuevo tiempo».

Es la invitación y la recomendación que hace Mons. Walmor para concluir sus consideraciones. (JSG)

 

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