Denver (Miércoles, 14-12-2016, Gaudium Press) El Dr. Jared Staudt, miembro de la Oficina de Evangelización y Vida Familiar de la Arquidiócesis de Denver, Estados Unidos, y Doctor en Teología Sistemática, dedicó un artículo de opinión en Crisis Magazine a hacer «un llamado a restaurar las oraciones de exorcismo». El redactor analizó las fórmulas actuales de varios sacramentos en comparación con las anteriores para abrir un interrogante sobre la necesidad de una mayor protección para la batalla espiritual en la actualidad.
Fresco de San Miguel Arcángel en la iglesia de San Sulpicio en Roma. Foto: Fr. Lawrence, OP. |
Una de las oraciones de exorcismo más célebres de la Iglesia fue la incluida por el Papa León XIII en el rito de la Eucaristía en 1886, como fruto de una visión sobre la acción de los espíritus malignos en contra de la Iglesia. Esta oración, que invoca a San Miguel Árcangel, se recitó en las Misas hasta las reformas litúrgicas de 1969. El propio Beato Pablo VI, bajo cuyo pontificado se retiró esta oración, admitiría el 29 de julio de 1972 en una de sus más célebres frases que «por alguna fisura el humo de Satanás ha entrado en el templo de Dios».
«Por demasiado tiempo hemos negado o dejado de ver la influencia del demonio en nuestras vidas y en la Iglesia», alertó el Dr. Staudt. «Por lo tanto, nos hemos hecho laxos en buscar el poder de Dios para superar su oposición». El autor recordó la férrea actitud de Cristo al expulsar los demonios sin dilación y el poder otorgado a sus discípulos para contrarrestar al maligno y expulsarlo en su nombre. «Este poder ha sido ignorado últimamente, pareciendo la creencia en la influencia del maligno supersticiosa para muchos».
De forma similar a la desaparición de la oración a San Miguel Árcangel de la Eucaristía, el Rito del Bautismo transformó la oración de exorcismo que hace parte del sacramento al punto de que para el redactor ya no constituye exorcismo alguno. La oración expone la acción exorcística de Cristo y pide la liberación del pecado original y el auxilio de la gracia, «pero no dice nada de orar para que el niño sea liberado de la influencia del enemigo, menos aún ordena al enemigo que se retire».
La fórmula anterior emplea la forma de un exorcismo directo: «Te expulso, espíritu impuro, en el nombre del Padre, y del Hijo…». Esta redacción está más atenta al contenido catequético que a las características de una oración de exorcismo , como lo afirma el P. Vincent Ryan, quien alabó el cambio. Los ritos de la preparación de adultos al sacramento del Bautismo contiene oraciones más exorcísticas, pero estas son de carácter opcional. Finalmente, sus palabras carecen de la indentidad propia de los exorcismos: la orden directa al espíritu maligno de abandonar a los creyentes.
«Como vemos la influencia del maligno cada vez mayor en nuestra cultura todos los días, no es posible estar sin hacer nada. Debemos tomar nuestras armas espirituales de nuevo», motivó el teólogo. «Debemos orar regularmente por la liberación de cualquier influencia que el enemigo puede tener sobre nosotros. Debemos orar regularmente la oración al gran defensor de la Iglesia, San Miguel, como el Papa San Juan Pablo II nos aconsejó: ‘A pesar de que hoy en día esta oración ya no se recita al final de la celebración eucarística, invito a todos que no la olviden, sino a recitarla para ser ayudados en la batalla contra las fuerzas de la oscuridad y en contra del espíritu de este mundo».
Con información de Crisis Magazine.
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