Roma (Viernes, 16-12-2016, Gaudium Press) Ayer, 15 de diciembre, en la iglesia de San Eugenio en Roma, el vicario auxiliar y general del Opus Dei, monseñor Fernando Ocáriz, celebró una eucaristía en la que despidieron al obispo y prelado del Opus Dei, monseñor Javier Echevarría, fallecido el 12 de diciembre.
En su homilía, monseñor Fernando Ocáriz recordó «la naturalidad con que monseñor Javier Echevarría procuraba enseñarnos a amar a Cristo y a los demás», tanto «en meditaciones o conversaciones espirituales, pero también en medio de la sencillez de su vida cotidiana».
«Monseñor Echevarría amaba la vida real, los hechos, las historias bellas y verdaderas de la misericordia de Dios», aseguró, y expresó que, siguiendo el ejemplo y las enseñanzas de san Josemaría, «Javier Echevarría fue un hombre de corazón grande, capaz tanto de perdonar como de pedir perdón».
«A partir de su nombramiento como Prelado por parte de san Juan Pablo II, su pensamiento y su deseo más ardiente fue el de ayudar a quienes habían pasado a ser sus hijos e hijas espirituales a buscar verdaderamente la santidad que Dios desea darnos; a irradiar el amor de Dios en nuestro ambiente, especialmente mediante la búsqueda de la santificación a través del trabajo y de las actividades de la vida ordinaria: en la familia, con los amigos, en la sociedad. De hecho, se nos ha marchado al Cielo rezando por la fidelidad de todos», afirmó.
Luego, el vicario auxiliar y general de la Prelatura dedicó unas palabras especialmente dirigidas a los fieles del Opus Dei. «Si estuviera aquí entre nosotros aquel al que hemos llamado Padre durante estos veintidós años, seguramente nos pediría que aprovecháramos estos días para intensificar nuestro amor por la Iglesia y por el Papa, que permaneciéramos muy unidos entre nosotros y con todos nuestros hermanos en Cristo. Y nos repetiría aquello que, especialmente durante sus últimos años en la Tierra, había llegado a ser en sus labios un estribillo: Quereos mucho, ¡qué os queráis cada vez más!», manifestó.
Junto a la Virgen
El obispo y prelado del Opus Dei, monseñor Javier Echevarría, falleció el 12 de diciembre, fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, a cuyo santuario mariano peregrinó con san Josemaría Escrivá de Balaguer y el beato Álvaro del Portillo.
«El Padre la quería mucho», contó monseñor Ocáriz, y añadió que el día de su muerte, «cuando su estado había empeorado, un sacerdote le preguntó si deseaba tener enfrente una imagen de la Virgen de Guadalupe; el Padre le respondió que no hacía falta, porque no podría verla. Pero añadió que de todas formas la sentía muy cercana».
«Dejemos en manos de la Virgen María, ‘spes nostra’, esperanza nuestra, nuestra oración por monseñor Javier Echevarría, mientras damos gracias al Señor por habernos dado a este pastor bueno y fiel», concluyó.
Con información de Aica
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