Nápoles – Italia (Miércoles, 21-12-2016, Gaudium Press) Tradicionalmente, el día 16 de diciembre la sangre de San Genaro, que está guardada en una ampolla, se vuelve líquida. En este año no hubo esa licuefacción.
La sangre de San Genaro está depositada en dos ampollas que son guardadas en un relicario.
La devoción a San Genaro se difundió por todo el mundo.
En gran parte, eso ocurrió por causa de la licuefacción de la sangre del Obispo Mártir que ocurre tres veces al año: en el sábado que precede al 1º domingo de mayo; el día 19 de septiembre que es la fiesta del Santo y el 16 de diciembre, aniversario de la erupción de Vesubio en 1631.
16 de diciembre
El 16 de diciembre de 1631, por intercesión de San Genaro, la ciudad fue preservada de una catástrofe: Nápoles no fue afectada por la erupción de Vesubio.
Por causa de este hecho milagroso, en esta fecha es esperada la licuefacción de la sangre del Santo y acostumbradamente ella acontece.
Cuando la licuefacción no ocurre, se ha hecho una relación con acontecimientos nefastos para la historia de la ciudad: guerras, epidemias, terremotos, pestes.
Licuefacción
La ocurrencia de la licuefacción viene siendo verificada desde 1389.
El milagro consiste en que la masa roja de sangre seca, adherida a uno de los lados de la ampolla, se convierte en sangre completamente líquida después de varios minutos, llegando a cubrir todo el vidrio. Ella pasa del estado sólido al estado líquido, perdiendo peso y aumentando de volumen.
El proceso de licuefacción, a veces, demora horas, hasta incluso días.
Puede ser que ella también no suceda, como en este 16 de diciembre.
Abad
El abad de la capilla de los tesoros en la Catedral de Nápoles, Mons. Vincenzo De Gregório, dice que el milagro ocurre gracias a la dedicación y oraciones de los fieles.
Delante de esa situación, exhortó a «no pensar en calamidades o desgracias. Nosotros somos hombres de fe y debemos seguir rezando», afirma el abad.
Papas
El 21 de marzo de 2015, mientras el Papa Francisco daba algunos consejos a los religiosos, sacerdotes y seminaristas de Nápoles, ocurrió el milagro de San Gennaro y la sangre se hizo líquida.
Antes de esa ocasión, la última vez en que el milagro había ocurrido con un Pontífice había sido en 1848, con Pío IX.
No ocurrió cuando Juan Pablo II y Benedicto XVI visitaron la ciudad en 1979 y en 2007, respectivamente. (JSG)
Deje su Comentario