Arvaikheer (Viernes, 30-12-2016, Gaudium Press) El P. Giorgio Marengo, misionero de la Consolata en Mongolia, relató a AsiaNews la particular vivencia de la Navidad junto al P. Dieudonè Mukadi Mukadi, ambos misioneros en la apartada región de Arvaikheer, donde la comunidad católica consta apenas de 24 miembros. En una yurta (tienda circular típica de Mongolia) que sirve como Capilla, la misión celebró la llegada de Cristo en la Iglesia local más joven del mundo.
La celebración de la Navidad en Arvaikheer convocó a la entusiasta pero pequeña comunidad católica. Foto: AsiaNews. |
«Cristo ha nacido en el tiempo, ha asumido nuestra condición humana y de esta manera, ha abierto el paso del cielo a nuestras vidas», indicó el sacerdote. «Hoy ha quedado claro que lo que sostiene el universo no es el eterno retorno o el círculo siempre inmóvil de los astros – a lo cual alude simbólicamente la forma de la rueda (de la yurta)-, sino el signo de este Niño en el cual el Altísimo ha decidido encarnarse».
Los fieles locales, apenas 24 personas acompañadas de algunos simpatizantes, prepararon la Navidad con una Novena y un retiro espiritual. «La pequeña comunidad católica de Arvaikheer (respondió con entusiasmo a esta propuesta de oración como preparación para la Navidad, que como misioneros y misioneras de la Consolata propusimos ya desde los primeros años», relató. «Una meditación para introducir a la oración personal, luego a la adoración eucarística, y tiempo para las confesiones».
El P. Mukadi presidió la Eucaristía de la noche, en la cual predicó sobre la humildad de Cristo nacido en el pesebre. «María nos ofrece a su Hijo, sabiendo que ya no es más solamente suyo, sino que es para todos. Y si queremos recibirlo en nuestra vida, debemos aprender justamente de Ella y tomarla como nuestra Madre de la fe», recordó el misionero, quien indicó que esta predicación resuena «en una cultura que honra mucho a la madre y en la cual la mujer ocupa un rol destacado en la sociedad».
Los católicos, unidos en una celebración muy diferente a las fiestas de fin de año populares en el país, reafirman su identidad como «gente que tiene una esperanza nueva en el corazón y que se vuelve germen de una sociedad más humana y justa», comentó el P. Marengo. «¡Si Dios se ha hecho hombre, cada persona tiene una dignidad inmensa!»
Con información de AsiaNews.
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