Ciudad del Vaticano (Domingo, 08-01-2016, Gaudium Press) Hoy, en la fiesta del Bautismo de Jesús, durante el Ángelus dominical, el Papa Francisco partió para sus consideraciones del evangelio del día, que narra la escena del río Jordán en el que el Señor insiste a Juan para que lo bautice (Mt 3,13-17): «En efecto, el Bautista es consciente de la gran distancia que existe entre él y Jesús. Pero Jesús ha venido precisamente para colmar la distancia entre el hombre y Dios: si Él está todo de parte de Dios y también todo de parte del hombre, reúne lo que estaba dividido. Por esto pide a Juan que lo bautice, para que se cumpla toda justicia (cfr. v. 15), es decir, para que se realice el designio del Padre, que pasa a través del camino de la obediencia y de la solidaridad con el hombre frágil y pecador, el camino de la humildad y de la plena cercanía de Dios a sus hijos».
Hablando desde su ventana del Palacio Apostólico, el Pontífice recordó la manifestación del Padre Eterno durante el Bautismo («Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección» – v. 17); y la del Espíritu Santo que en forma de paloma se posa sobre Jesús, dando así inicio a su misión de salvación, «misión caracterizada por un estilo de siervo humilde y dócil, dotado sólo de la fuerza de la verdad, como había profetizado Isaías: ‘El no gritará, no levantará la voz ni la hará resonar por las calles. No romperá la caña quebrada ni apagará la mecha que arde débilmente. Expondrá el derecho con fidelidad’ (42,2-3)».
La fiesta del Bautismo del Señor también nos recuerda nuestro propio bautismo, y nuestra pertenencia a «un pueblo de bautizados, es decir, de pecadores – todos lo somos – salvados por la gracia de Cristo, insertados realmente, por obra del Espíritu Santo, en la relación filial de Jesús con el Padre, recibidos en el seno de la madre Iglesia, hechos capaces de una fraternidad que no conoce confines y barreras», dijo el Papa.
Concluyó su meditación pidiendo a la Virgen que nos ayude a «conservar una conciencia siempre viva y agradecida de nuestro Bautismo y a recorrer con fidelidad el camino inaugurado por este Sacramento de nuestro renacimiento. Y siempre humildad, mansedumbre y firmeza».
Con información de Radio Vaticano
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