Ciudad del Vaticano (Lunes, 16-01-2017, Gaudium Press) Ayer, desde la ventana de los aposentos pontificios, el Papa Francisco presidió la tradicional ceremonia dominical de la recitación del Ángelus en la Plaza San Pedro.
Se conmemoraba el día de la Jornada Mundial de los Migrantes y Refugiados, y la Plaza de San Pedro estaba repleta de fieles y peregrinos.
Es el Cordero de Dios…
En este encuentro el Papa explicó a los fieles cuál es el sentido de las palabras proferidas por San Juan en el trecho del Evangelio escogido para el día.
El comentario fue sobre frase de San Juan Bautista dicha en las márgenes del Río Jordán: «Es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo».
El Bautista discierne que está próxima la venida del Mesías
Los hombres y mujeres que venían hasta las márgenes del Río Jordán oían de Juan Bautista la afirmación de que el reino de los cielos estaba próximo y que el Mesías estaba por manifestarse.
Nada más lógico entonces que el Bautista dijese que «para eso, es preciso prepararse, convertirse y comportarse correctamente», una vez que el bautismo es una señal concreta de penitencia.
San Juan Bautista sabía que había llegado el tiempo para la venida del Salvador esperado. Él sabía que para reconocer al Mesías habría una señal: en él posará el Espíritu Santo, que traerá el verdadero bautismo.
Dijo el Papa a los que estaban presentes en la Plaza:
«Es que en aquel momento Jesús se presenta a las márgenes del río, en medio del pueblo, de los pecadores, como nosotros.
Es su primer acto público, la primera cosa que hace cuando deja su casa de Nazaret: desciende a Judea, va al Jordán y se hace bautizar por Juan Bautista.
En aquel momento, sobre Jesús desciende el Espíritu Santo en forma de paloma y la voz del Padre lo proclama Hijo predilecto».
El Plan Divino se realiza
La manifestación del Mesías, de aquel que es el enviado del Padre, es realizada de modo tan inesperado, en medio a los pecadores, que deja a Juan Bautista un poco perplejo.
Con todo, explicó el Santo Padre, Juan fue iluminado por el Espíritu para entender que así se realizaba la justicia divina, el plan de salvación de Dios, que «como Cordero de Dios, toma para sí los pecados del mundo».
Esta escena es decisiva para nuestra fe y para la misión de la Iglesia, que debe mostrar a Jesús a las personas, como hacen los padres en la misa, todos los días, cuando presentan el pan y el vino a los fieles como el Cuerpo y la Sangre de Cristo, afirmó Francisco.
La Iglesia anuncia a Jesús y no a sí misma
Antes de concluir el encuentro con los fieles rezando el Ángelus y pidiendo a María, Madre del Cordero de Dios, que nos ayude a creer en él y a seguirlo, el Papa Francisco afirmó sobre las palabras del celebrante que presenta la hostia consagrada como «el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo»:
«¡Este gesto litúrgico representa toda la misión de la Iglesia, que no se anuncia a sí misma, sino que anuncia a Cristo!
Ay de la Iglesia cuando anuncia a sí misma… pierde la brújula, no sabe para donde ir».
«Ella no lleva a sí misma, sino lleva a Cristo, porque es Él, y solamente Él, que salva el pueblo del pecado, lo libera y lo guía rumbo a la tierra de la vida y la libertad». (JSG)
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