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León (Lunes, 30-01-2017, Gaudium Press) La figura de San José Sánchez del Río el joven mártir cruelmente asesinado durante la persecución religiosa de la segunda década del siglo XX en México fue la inspiración de la peregrinación de los jóvenes mexicanos al monumento del Cristo Rey del Cerro del Cubilete en el estado de Guanajuato. Más de 40 mil jóvenes acudieron a esta celebración que tuvo por lema «Por mi fe doy la vida por México».
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| Más de 40 mil jóvenes participaron en la peregrinación anual en honor de Crsito Rey. Foto: Yo Influyo. |
Según informó la agencia ACI, la multitudinaria peregrinación que reunió a devotos de todo el país fue presidida por el Nuncio Apostólico en México, Mons. Franco Coppola y organizada por el grupo Testimonio y Esperanza. Las reliquias de primer grado de San José Sánchez del Río fueron veneradas por los peregrinos como símbolo de la presencia y testimonio heroico de un joven que se convirtió en ejemplo de compromiso para los habitantes del país.
«El miedo paraliza e impide enfrentar con esperanza el futuro»alertó Mons. Coppola en su predicación, contraponiendo esta sensación con la seguridad de confiar en el auxilio de Dios. «Si contamos con Él, siempre hará maravillas». El prelado animó a los jóvenes a enfrentar con ánimo las dificultades y aportar en el desarrollo del país sin importar las condiciones cambiantes en las relaciones internacionales. «Es aquí donde está México, el presente y el futuro que da mucha esperanza».
Los jóvenes entonaron como respuesta al llamado del Nuncio Apostólico el grito de «Viva Cristo Rey» que caracterizó a los creyentes perseguidos, quienes pronunciaban esta declaración como últimas palabras antes de morir. «Estos jóvenes son un reto para nosotros como Iglesia», explicó el diplomático papal a los medios de comunicación después del encuentro, renovando el compromiso de la Iglesia de acompañar a todas las personas.
El monumento a Cristo Rey que corona el Cerro del Cubilete con una imagen de 20 metros de altura y 300 toneladas de peso exhibe la corona de espinas y la corona real como señales de la realeza de Cristo y el camino del martirio para su reconocimiento. La gran imagen reemplaza un primer monumento más pequeño y un segundo monumento que fue dinamitado por las autoridades durante la persecución religiosa, el 30 de enero de 1928.
Con información de ACI
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