Ciudad del Vaticano (Miércoles, 01-02-2017, Gaudium Press) El pasado sábado, el Papa recibió cerca de 100 participantes de la Reunión Plenaria de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, en la Sala Clementina, en el Vaticano.
Francisco expresó su satisfacción en recibir a los miembros de la Congregación que, en estos días, reflexionaron sobre el tema de la «fidelidad y de los abandonos»:
«El tema que escogieron es importante. Podemos decir que, en este momento, la fidelidad es colocada a prueba: es lo que demuestran las estadísticas que examinaron. Nos encontramos delante de cierta ‘hemorragia’ que debilita la vida consagrada y la propia vida de la Iglesia. Los abandonos en la vida consagrada nos preocupan mucho. Es verdad que algunos la dejan por un gesto de coherencia, porque reconocen, después de un serio discernimiento, que nunca tuvo vocación; otros, con el pasar del tiempo, faltan en fidelidad, muchas veces a apenas algunos años de su profesión perpetua».
Los factores que condicionan la fidelidad
En el transcurso de sus palabras, el Papa Francisco destacó algunos de los factores que condicionan la fidelidad:
«El primer factor que no ayuda a mantener la fidelidad es el contexto social y cultural en que vivimos. De hecho, vivimos inmersos en la llamada ‘cultura del fragmento’, de lo ‘provisorio’, que puede llevar a vivir ‘à la carte’ y ser esclavo de la moda. Esta cultura lleva a la necesidad de mantener siempre abiertas las ‘puertas laterales’ para otras posibilidades, alimenta el consumismo y olvida la belleza de una vida simple y austera, provocando muchas veces un gran vacío existencial».
Reglas económicas substituyen las morales
Vivimos en una sociedad donde las reglas económicas substituyen a las leyes morales, dictan e imponen sus propios sistemas de referencia en detrimento de los valores de la vida; una sociedad donde la dictadura del dinero y del lucro defiende su visión de existencia. En tal situación, dijo el Pontífice, es preciso primero dejarse evangelizar y, después, comprometerse con la evangelización. Así, presentó otros factores además del contexto sociocultural:
«Uno de ellos es el mundo de la juventud, un mundo complejo, rico y desafiante. No faltan jóvenes generosos, solidarios y comprometidos a nivel religioso y social; jóvenes que buscan una vida espiritual, que tiene hambre de algo diferente de lo que el mundo ofrece. Pero, incluso entre esos jóvenes, hay muchas víctimas de la lógica de lo mundano, como la búsqueda del éxito a cualquier precio, el dinero y el placer fáciles».
Contagiar a los jóvenes con la alegría del Evangelio
Esa lógica, advirtió el Papa, atrae muchos jóvenes, pero nuestro compromiso es estar al lado de ellos para contagiarlos con la alegría del Evangelio y de pertenencia a Cristo.
«Si la vida consagrada quiere mantener su misión profética y su encanto, continuando a ser escuela de lealtad para los próximos y los distantes, deberá mantener el frescor y la novedad de la centralidad de Jesús, la atracción por la espiritualidad y la fuerza de la misión, mostrar la belleza del seguimiento de Cristo e irradiar esperanza y alegría».
Vida Fraterna Comunitaria
Un aspecto al que la vida consagrada debe prestar especial atención es la «vida fraterna comunitaria». Ella debe ser alimentada por la oración común, la lectura de la palabra, la participación activa en los sacramentos de la Eucaristía y la Reconciliación, el diálogo fraterno, la comunicación sincera entre sus miembros, la corrección fraterna, la misericordia hacia el hermano o la hermana que peca, compartir las responsabilidades.
Tesoro en Vasija de Barro
Francisco habló de la importancia de la vocación:
«La vocación, como la propia fe, es un tesoro que traemos en vasijas de barro, que nunca debe ser robado o perder su belleza. La vocación es un don que recibimos del Señor, que fijó su mirada sobre nosotros y nos amó, llamándonos a seguirlo mediante la vida consagrada, como también una responsabilidad para quien la recibió».
Lealtad y Abandono
Hablando de lealtad y de abandono, dijo el Papa: «debemos dar mucha importancia al acompañamiento. La vida consagrada debe invertir en la preparación de asistentes calificados para este ministerio». «Muchas vocaciones se pierden por falta de buenos líderes. Todas las personas consagradas precisan ser acompañadas a nivel humano, espiritual y profesional.
Aquí entra el discernimiento que exige mucha sensibilidad espiritual». (JSG)
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