New Haven (Miércoles, 01-02-2017, Gaudium Press) Mons. William Lori, Arzobispo de Baltimore y Presidente del Comité Ad Hoc para la Libertad Religiosa de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), expuso en una presentación en la Escuela de Leyes de Yale en New Haven, Connecticut, los criterios principales que han guiado a la Iglesia local en su lucha por la libertad religiosa. El prelado reiteró que la práctica de la religión no se limita a los actos de culto y la esfera privada de la vida, sino que se proyecta en la vivencia cotidiana de todos los aspectos de la existencia.
Mons. William Lori, Arzobispo de Baltimore, Estados Unidos. Foto: KOFC. |
Además de las normalmente reconocidas libertades para proclamar la fe y las enseñanzas de la religión, así como rendir culto a través de las celebraciones religiosas, la fe demanda un espíritu de amor y servicio que abarca no sólo a los creyentes, sino a los no creyentes y la sociedad en su conjunto. «En mi tradición, proclamar la Palabra de Dios, celebrar los Sacramentos y ejercer el ministerio de la Caridad están profundamente interconectados y expresan la esencia misma de lo que es la Iglesia en realidad», explicó el prelado. «Así que un primera demanda es que el gobierno no limite la misión de la Iglesia al reducir la libertad religiosa a sólo la libertad de culto».
Este espacio requerido por los creyentes para realizar su aporte en la sociedad incluye la libertad de conciencia como expresión primordial de la dignidad humana, la cual debe estar formada de acuerdo a la verdad. El segundo aspecto es «la tolerancia social de las enseñanzas de las religiones especialmente cuando son vistas como contrarias a la cultura», un aspecto clave en Estados Unidos en temas como la secualidad o el Matrimonio. El desacuerdo que exista con la doctrina de la Iglesia no puede derivar en su silenciamiento, y el respeto a las enseñanzas debe extenderse a l nivel personal, histórico, público y comunitario.
El lenguaje de respeto y el deseo común de la verdad objetiva son también requerimientos de la libertad religiosa, necesarios para un diálogo constructivo en favor del bien común. La Iglesia no pide el respeto de sus derechos para comprometer los derechos de los demás, sino para proteger el derecho de todos de contribuir y dar forma a la cultura, el cual es válido para las personas de fe, las instituciones de inspiración religiosa y las ideas religiosas mismas. «La Iglesia está inmersa en el mercado de las ideas, el areópago del tiempo moderno, pero tiene derecho a ser una voz distinta que vive su visión distintiva en una forma distintiva», concluyó.
Con información de Arquidiócesis de Baltimore.
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