Ciudad del Vaticano (Lunes, 13-02-2017, Gaudium Press) En el Ángelus dominical el Papa Francisco meditó -ante las multitudes que lo acompañaban en la Plaza de San Pedro-, sobre la lectura evangélica del día, en la que el «Jesús quiere ayudar a quienes lo escuchan a realizar una relectura de la ley mosaica. Lo que fue dicho en la Antigua Alianza, ¿era verdad? Sí, era verdad, pero no era todo: Jesús ha venido para dar cumplimento y para promulgar, de modo definitivo, la ley de Dios, hasta la última jota».
«De manera especial, en el Evangelio de hoy Jesús examina tres aspectos, tres mandamientos: el homicidio, el adulterio y el juramento», inició el Papa.
Con respecto al mandamiento «no matar», Él afirma que es violado no sólo por el homicidio efectivo, sino también por aquellos comportamientos que ofenden la dignidad de la persona humana, incluidas las palabras injuriosas (Cfr. v. 22). Ciertamente, estas palabras injuriosas no tienen la misma gravedad y culpabilidad del asesinato, pero se ponen en la misma línea, porque son sus premisas y revelan la misma malevolencia», indicó el Pontífice.
En el Sermón de la Montaña, Jesús también profundizó en las palabras de Jesús explicando que es el adulterio. «Otro cumplimiento es aportado [por el Señor] a la ley matrimonial. El adulterio era considerado una violación al derecho de propiedad del hombre sobre la mujer. En cambio Jesús va a la raíz del mal. Así como se llega al homicidio a través de las injurias, las ofensas y los insultos, del mismo modo se llega al adulterio a través de las intenciones de posesión con respecto a una mujer diversa de la propia esposa. El adulterio, como el robo, la corrupción y todos los demás pecados, son concebidos primero en nuestro ámbito íntimo y, una vez realizada en el corazón la elección equivocada, se ponen en práctica en el comportamiento concreto. Y Jesús dice: el que mira a una mujer que no es la propia con ánimo de posesión, es un adúltero en su corazón. Ha comenzado el camino del adulterio. Pensemos un poco sobre esto: los pensamientos malos que vienen en esta línea».
El Papa Francisco también habló de las afirmaciones del Señor sobre el juramento, que es poner a Dios como testigo de una afirmación. «Jesús dice a sus discípulos que no juren, en cuanto el juramento es signo de la inseguridad y de la falsedad con que se desarrollan las relaciones humanas. Se instrumentaliza la autoridad de Dios para dar garantía de nuestras vicisitudes humanas. Más bien estamos llamados a instaurar entre nosotros, en nuestras familias, en nuestras comunidades, un clima de transparencia y de confianza recíproca».
Concluyó el Pontífice sus palabras pidiendo a la Virgen que siguiendo las enseñanzas de Jesús y con la gracia del Espíritu Santo seamos cristianos no de fachada sino de sustancia.
Con información de Radio Vaticano
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