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Ciudad del Vaticano (Lunes, 20-02-2017, Gaudium Press) «Jesús nos quiere enseñar es la neta distinción que debemos hacer entre la justicia y la venganza. Distinguir entre justicia y venganza. La venganza no es jamás justa. Nos es consentido pedir justicia; es nuestro deber practicar la justicia. En cambio, nos es prohibido vengarnos o fomentar de cualquier modo la venganza, en cuanto es expresión del odio y de la violencia», expresó el Papa ayer en la meditación del Ángelus dominical.
«Jesús no quiere proponer un nuevo orden civil -explicó el Pontífice, sino en cambio, el mandamiento del amor al prójimo, que comprende también el amor a los enemigos: «Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores» (Mt 5. 44). Y esto no es fácil. Esta palabra no se debe entender como aprobación del mal realizado por el enemigo, sino como invitación a una perspectiva superior, a una perspectiva magnánima, semejante a aquella del Padre celestial, quien – dice Jesús – «hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos» (v. 45). También el enemigo, de hecho, es una persona humana, creada como tal a imagen de Dios, si bien en el presente esta imagen se haya ofuscado por una conducta indigna.
El Papa expuso que en este contexto el concepto «enemigo» puede incluirnos a nosotros mismos, pues «podemos entrar en conflicto con nuestro prójimo, a veces con nuestros familiares. Cuantas enemistades en la familia, ¡cuántas! Pensemos en esto. Enemigos son también aquellos que hablan mal de nosotros, que nos calumnian y nos hacen daño. Y no es fácil digerir esto. A todos aquellos estamos llamados a responder con el bien, que también esto tiene sus estrategias, inspiradas en el amor».
El Pontífice concluyó su meditación, pidiendo a la Virgen María que nos ayude a seguir estos exigentes caminos.
Con información de Radio Vaticano
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