Baltimore (Martes, 21-02-2017, Gaudium Press) En un reciente mensaje a los Caballeros de Colón, su Capellán Supremo, el Arzobispo de Baltimore, Estados Unidos, Mons. William Lori, elogió la oración litúrgica de la noche, Completas. Esta oración, que hace parte de la Liturgia de las Horas, consagra a Dios el descanso nocturno, alaba y da gracias por los beneficios recibidos y promueve la paz y el descanso del creyente animado por la esperanza de Cristo, explicó el prelado.El Arzobispo recordó que muchas personas, él incluido en algunas oportunidades, padecen dificultades para conciliar el sueño debido a las muchas ocupaciones, y que la reflexión agradecida sobre la bendiciones de Dios ayuda a terminar el día de una forma más apacible. «La Iglesia, de hecho, lo ha resuelto todo esto desde hace mucho tiempo y tiene una oración oficial para cerrar el día», indicó.
Mons. William Lori, Arzobispo de Baltimore, Estados Unidos. Foto: Franciscan University. |
«La Liturgia de las Horas, también conocida como el Oficio Divino o Breviario, marca las horas del día con la oración – por la mañana, el mediodía, la tarde y la noche. Obispos, sacerdotes y diáconos están obligados a rezar, pero todos se les anima a orar así», explicó Mons. Lori. «La última oración del día se llama Completas (…). Esta oración consiste en un examen de conciencia, un himno en el que pedimos a Dios que esté con nosotros a través de la noche, un Salmo que habla de recordar a Dios y su misericordia incluso por la noche, y luego, el plato fuerte : el Cántico de Simeón».
El prelado se detuvo sobre este cántico evangélico, registrado en las Sagradas Escrituras en el momento en que la Santísima Virgen y San José llevan al niño al templo de Jerusalén para presentarlo al Señor. Allí, un hombre justo llamado Simeón se encontró con el Mesías. «Cuando Simeón tomó al Niño Jesús en sus brazos, sus ojos de la fe se abrieron y sabía que tenía el esperado Salvador. Lleno del Espíritu Santo, él pronunció este cántico, que forma la pieza central de la oración de la noche de la Iglesia», expuso el Arzobispo: «Ahora, Señor, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis propios ojos han visto la salvación que has preparado a la vista de todos los pueblos: luz para que alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel».
«¡Qué hermosa oración para ofrecer cuando el trabajo de cada día llega a su fin!», exclamó Mons. Lori. «En lugar de rumiar mis preocupaciones o revivir cualquier contratiempo que el día ha traído, me parece que cuando verdaderamente me concentro en el sentido de este canto, soy más capaz de poner todo el día en su perspectiva adecuada». La confianza de Simeón en las promesas de Dios inspira al cristiano para poder participar de la paz de quien conoce que el Salvador ha llegado para realizar su obra. «Si sigo el ejemplo de Simeón, cuando cada día llega a su fin, yo no necesito evitar mis preocupaciones y mis heridas, ni tengo que aliviarlas con la felicidad artificial del pensamiento positivo auto-inducido. Por el contrario, todo lo que tengo que hacer es confiar todo el paquete – todos mis puntos fuertes y débiles, junto con los acontecimientos del día – al Señor Jesús, que está tan presente para mí como estaba para Simeón».
Esta conciencia anima la reflexión personal sobre las cosas que Dios nos ha confiado, e inspira a preguntarse «si hice una pausa durante el transcurso del día y realmente abrí mi corazón a la presencia viva de Cristo en la Eucaristía, al igual que Simeón abrió su corazón al Niño Jesús», si se vio el rostro de Cristo en las personas que nos rodean, si se percibe la salvación que Dios ha preparado para cada persona, si reflejamos la bondad de Dios que tuvimos en nuestros brazos. » Entonces, encomendándome al Señor, me quedo dormido en su paz», concluyó el Arzobispo.
Con información de Caballeros de Colón.
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