Madrid (Lunes, 27-02-2017, Gaudium Press) Con el propósito de presentar la actualidad teológica y canónica de las Nuevas Formas de Vida Consagrada y de reflexionar sobre el lugar que ellas ocupan en la Iglesia, la Cátedra de Teología de la Vida Consagrada de la Facultad de Teología de la Universidad de San Dámaso, con la colaboración de la Comisión para la Vida Consagrada de la Conferencia Episcopal Española, realizó el sábado 25 en Madrid las IV Jornadas de estudio sobre Nuevas Formas de Vida Consagrada (NFVC).
La apertura del encuentro, que ocurrió en las instalaciones del Episcopado Español, estuvo a cargo de Mons. Vicente Jiménez Zamora, Arzobispo de Zaragoza, Presidente de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada y Miembro del a Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, quien en su saludo expuso «Las Nuevas Formas de Vida Consagrada en el contexto de las ‘Mutuae Relationes'», documento con criterios pastorales sobre relaciones entre obispos y religiosos en la Iglesia.
El objetivo de las jornadas fue presentar la actualidad teológica y canónica de las Nuevas Formas de Vida Consagrada. / Foto: CEE. |
Tras esta intervención, siguió la ponencia «¿Qué espera la Iglesia de las Nuevas Formas de Vida Consagrada?», que ofreció Mons. Francisco Cerro Chaves, Obispo de Coria-Cáceres y Miembro de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada a cargo de las NFVC.
Posteriormente, tuvo lugar una mesa redonda para abordar la actualidad teológico-canónica de las Nuevas Formas de Vida Consagrada, con la participación de la profesora Lourdes Grosso García, del Instituto Id de Cristo Redentor, Misioneras y Misioneros Identes, quien es la directora del Secretariado para la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada, y coordinadora del a Cátedra de Teología de la Consagrada de la UESD; la profesora Teresa Rodríguez Arena, de la Franternidad Misionera Verbum Dei, quien representa las NDVC en la Comisión de Obispos y Superiores Mayores del Episcopado Español; y el Padre Juan Martínez Sáez, de la Fraternidad Misionera Verbum Dei, quien es el asesor canónico del Secretariado de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada.
Las jornadas culminaron en la tarde del sábado tras un diálogo con los ponentes y la presentación de las conclusiones.
Como bien lo señaló San Juan Pablo II en la Exhortación Apostólica ‘Vitta Consecrata’, «el Espíritu Santo, admirable artífice de la virad de los carismas, ha suscitado en nuestro tiempo nuevas formas de vida consagrada, como queriendo corresponder, según un providencial designio, a las nuevas necesidades que la Iglesia encuentra hoy al realizar su misión en el mundo».
«Estas nuevas formas de vida consagrada -prosigue el Santo Pontífice-, manifiestan el atractivo constante que la entrega total al Señor, el ideal de la comunidad apostólica y los cariñas de fundación continúan teniendo también sobre la generación actual y son además signo de la complementariedad de los dones del Espíritu Santo».
Sobre las Nuevas Formas de Vida Consagrada, la Congregación para la Doctrina de la Fe, en la Carta ‘Iuvenescit Ecclesia’, que dirigió a los Obispos sobre la relación entre los dones jerárquicos y carismáticos para la vida y misión de la Iglesia, dice: «Tanto antes como después del Concilio Vaticano II han surgido numerosos grupos eclesiales que constituyen un gran recurso de renovación para la Iglesia y para la urgente ‘conversión pastoral y misionera’ de toda la vida eclesial. Al valor y riqueza de todas las asociaciones tradicionales, caracterizadas por fines particulares, así como también de los Institutos de vida consagrada, se suman aquellas realidades más recientes que pueden ser descritas como agregaciones de fieles, movimientos eclesiales y nuevas comunidades (…) Estas no pueden simplemente ser entendidas como un asociarse voluntario de personas con el fin de perseguir un objetivo particular de naturaleza religiosa o social. El carácter de ‘movimiento’ las distingue en el panorama eclesial como realidades fuertemente dinámicas, capaces de despertar particular atracción por el Evangelio y de sugerir una propuesta de vida cristiana tendencialmente global, que toca todos los aspectos de la existencia humana».
Con información de la Conferencia Episcopal Española y Vatican.va.
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