Roma – Italia (Jueves, 02-03-2017, Gaudium Press) Durante homilía de la celebración del Miércoles de Cenizas, en Roma, realizada en la Basílica de Santa Sabina, el Papa Francisco alertó sobre los intentos de «banalizar la vida» y las consecuencias de la «indiferencia» delante quien sufre:
Basílica de Santa Sabina | Foto: reproducción |
«La Cuaresma es el tiempo para decir no: no a la asfixia del espíritu por la polución causada por la indiferencia, por la negligencia de pensar que la vida del otro no me dice respecto; por toda la tentativa de banalizar la vida, especialmente la de aquellos que cargan en su propia carne el peso de tanta superficialidad», dijo el Pontífice.
Antes de la celebración hubo una «procesión penitencial» que se desplazó de la iglesia de San Anselmo, en el Aventino, adonde el Papa había ido, desde el Vaticano, para un momento de oración. Francisco fue acompañado de cardenales, obispos, los monjes benedictinos de esta iglesia y los padres dominicos de Santa Sabina.
Palabras del Santo Padre
Francisco habló del tiempo de preparación para la Pascua, que los católicos señalan hoy en todo el mundo, como «un camino» que lleva «a la victoria de la misericordia» sobre todo lo que busca «aplastar» o «reducir» al ser humano a algo que «no corresponda a la dignidad de hijos de Dios».
La Cuaresma, iniciada hoy, es un período de 40 días marcado por llamados al ayuno, compartir y penitencia, que sirve de preparación para la Pascua, la principal fiesta del calendario cristiano: «La Cuaresma es la estrada de la esclavitud a la libertad, del sufrimiento a la alegría, de la muerte a la vida», sustentó.
Imposición de las cenizas
El Papa destacó con sus palabras el simbolismo del gesto de las cenizas, que en él también fueron impuestas: «Fuimos sacados de la tierra, somos hechos de polvo. Sí, pero polvo en las manos amorosas de Dios, que sopló su espíritu de vida sobre cada uno de nosotros y quiere continuar a hacerlo».
Según el Papa, este soplo de vida se contrapone a la «asfixia» del egoísmo, de las «ambiciones mezquinas y silenciosas indiferencias», al «aire sofocante de pánico y hostilidad».
«Vivir la Cuaresma es ansiar por este soplo de vida que nuestro Padre no cesa de ofrecernos en la lama de nuestra historia», agregó.
«Cultura de gueto y exclusión»
La homilía alertó además para corrientes de espiritualidad que reducen la fe a «culturas de gueto y exclusión».
«La Cuaresma significa no a la polución contaminante de las palabras vacías y sin sentido, de la crítica grosera y superficial, de los análisis simplistas que no consiguen abrazar la complejidad de los problemas humanos, especialmente los problemas de quien más sufre», prosiguió.
No «rasgar las vestiduras frente al mal» que los rodea, sino, sobre todo, a dar espacio a «todo el bien» que puedan realizar, despojándose de aquello que «aísla, cierra y paraliza», fue la invitación hecha por Francisco. (JSG)
Deje su Comentario