jueves, 05 de diciembre de 2024
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En homilía, Papa critica quien vive en la tristeza, olvidándose de la alegría

Ciudad del Vaticano (Miércoles, 29-03-2017, Gaudium Press) Volviendo a celebrar su Misa matutina en la Capilla de la Casa Santa Marta, ayer, el Papa Francisco basó su homilía en el Evangelio propuesto por la liturgia del día.

El Evangelio narra que un hombre que ya estaba enfermo por treinta y ocho años estaba acostado junto a una piscina llamada Betesda, en hebraico.

Ciegos, cojos, paralíticos y también portadores de otras enfermedades acostumbraban estar acostados próximo al borde de la piscina esperando que las aguas de ella se moviesen.

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Foto: Gustavo Kralj-Gaudium Press

Era una creencia generalizada que cuando un ángel descendía del cielo y moviese las aguas de la piscina, el primer enfermo que en ella entrase, apenas sus aguas se moviesen, quedaría curado de cualquier enfermedad.

Jesús pasaba por Betesda y vio a ese hombre allí acostado. Sabiendo de la situación en que él se encontraba hace tanto tiempo, le preguntó: ‘¿Quieres estar curado?’

¿Quieres estar curado?

Francisco comentó ese episodio: «Es bello, Jesús siempre nos dice ‘¿Quieres estar curado? ¿Quieres ser feliz? ¿Quieres mejorar tu vida? ¿Quieres estar lleno del Espíritu Santo?’… la palabra de Jesús… Todos los otros que estaban allí – enfermos, ciegos, paralíticos – dijeron: ‘¡Sí, Señor, sí!’.

Pero aquel hombre de treinta y ocho años de enfermedad, respondió a Jesús:

‘Señor, no tengo nadie que me lleve a la piscina cuando el agua es agitada. Cuando estoy llegando, otro entra enfrente’.

Era una respuesta-lamentación:

‘Vea, Señor, como es ruin e injusta la vida conmigo. Todos los otros pueden entrar y curarse y yo estoy enfermo hace 38 años, mas…’

Árbol de raíces secas: siempre lamentando

El Papa comentó que «este hombre era como el árbol plantado en los brazos de un río – como dice el primer Salmo – ‘pero tenía las raíces secas’ y ‘las raíces no tocaban el agua, no podían extraer salud de las aguas'»:

«Esto se entiende por el comportamiento, por las lamentaciones… siempre intentando colocar la culpa en el otro: ‘Pero son los otros que van antes de mí, yo soy un pobrecito que está aquí hace 38 años…».

Este es un pecado feo, el pecado de la pereza, que es peor que tener el corazón tibio, mucho peor. Es vivir, pero ‘vivir sin voluntad de ir adelante, de hacer alguna cosa en la vida; es perder la memoria de la alegría’.

«Este hombre no conocía ni de nombre la alegría, la había perdido. Esto es pecado, es una enfermedad muy ruin». ‘Pero yo estoy bien así, me acostumbré… la vida fue injusta conmigo…’. «Se siente el resentimiento, la amargura de su corazón», comentó el Pontífice.

Era sábado…

Pero Jesús no lo reprende, sino le dice: ‘Levántate, toma tu cama y anda’, recordó Francisco. El paralítico se cura; pero era sábado, los Doctores de la Ley le dicen que no le es permitido cargar la cama y le preguntan quién lo había curado en aquel día. ‘Es contra la ley, este hombre no es de Dios’. El Paralítico no había aún agradecido a Jesús, no le había ni preguntado su nombre. «Se levantó con la pereza de quien vive porque el oxígeno es gratis», dijo el Papa.

«De aquellos que viven siempre viendo que los otros son más felices y viven en la tristeza, olvidándose de la alegría. La pereza, explicó el Santo Padre, es un pecado que paraliza, que nos deja paralíticos, que no deja caminar. Hoy también el Señor mira por todos nosotros; todos tenemos pecados, pero viendo este pecado, nos dice: ‘Levántate'»:

Conocer la alegría de la Salvación

«Hoy el Señor dice a cada uno de nosotros: ‘Levántate, toma tu vida como ella es: buena, mala, como sea, tómala y ve adelante. No tengas miedo, ve adelante, con tu cama’.

‘Pero Señor, no es el último modelo…’. ¡‘Ve adelante! ¡Con la cama ruin, pero adelante!

¡Es su vida y su alegría!’

«‘Quieres ser curado? – es la primera pregunta que el Señor nos hace hoy. ‘Sí, Señor’. ‘Levántate’.

Francisco recordó la antífona del inicio de la misa, que él consideró «tan bonita»: ‘Vosotros, que tenéis sed, venid a las aguas -son gratis, no hay pago- venid y bebed con alegría’. Y si decimos al Señor ‘Sí, quiero ser curado; sí, Señor, ayúdame porque quiero levantarme’, sabremos cómo es la alegría de la salvación». (JSG)

 

 

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