México (Lunes, 03-04-2017, Gaudium Press) Las imágenes de millones de personas unidas en oración durante los diferentes encuentros internacionales de la Iglesia, algunos de ellos unidos a visitas apostólicas de los Papas, podrían hacer creer a algunos observadores q ue dichos eventos religiosos son una particularidad de la Iglesia de hoy, potenciada por las facilidades de transporte y comunicación, o que dichas manifestaciones públicas de fe son posibles gracias a una actitud más abierta de la Iglesia hacia los jóvenes o una cercanía más estrecha con los fieles. En realidad, las Eucaristías multitudinarias y, por tanto, campales tienen una gran tradición en la historia de la Iglesia.
San Pedro y San Pablo Teposcolula en Oaxaca. Foto: University of Texas at Austin |
Una prueba de ello, y una bella herencia de la valoración de la liturgia y la sacralidad aun en contextos excepcionales, son los altares al aire libre de diversos templos coloniales en México. Estas estructuras, adosadas a los templos en varios lugares del territorio, permitían la celebración digna de la Eucaristía cuando el templo literalmente no daba abasto, y las grandes explanadas transformaban los bellos paisajes de América en lugares de culto al Señor.
Vísta frontal del altar exterior de San Pedro y San Pablo Teposcolula en Oaxaca. Foto: New Liturgical Movement. |
El Dr. Robert H. Jackson, investigador de la California Missions Foundation, destacó en la publicación Boletín varios de los templos mexicanos que muestran esta peculiaridad arquitectónica. Si bien el paso de los años y la ausencia de una adecuada conservación en algunos de estos lugares impide ver el esplendor original de estas estructuras externas, su presencia habla del éxito evangelizador de los misioneros en América y el cuidado en proveer formas dignas de celebrar la Eucaristía en las grandes fiestas, cuando no existe manera de congregar a los fieles dentro de las paredes del templo y proveen una idea sobre el diseño de nuevos proyectos de arquitectura sacra.
Los templos destacados en la publicación son: San Pedro y San Pablo Teposcolula en Oaxaca, Nuestra Señora de la Luz, en Tancoyol, San Miguel Arcángel, en Mani, península de Yucatán, Santo Domingo en Yanhuitlán, Oaxaca y San Juan Bautista Yodzoco en Coixtlahuaca. El primero de estos data del siglo XVI y tiene el mejor estado de conservación. Su arquitectura y la riqueza artística del altar mayor del interior del templo permite suponer la belleza de sus celebraciones campales.
Con información de New Liturgical Movement.
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