domingo, 24 de noviembre de 2024
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Mariposas inocentes…

Redacción (Viernes, 31-03-2017, Gaudium Press) Enfundado en su bata blanca, el profe, un poco joven para serlo pero muy conocido ya entre los niños, trajo a la pantalla un gráfico extraño de redondeadas líneas negras y divisiones con nombres extraños alrededor, indicando partes y segmentos de algo que al principio ninguno de sus infantiles alumnos entendió. Parecía un raro mapa o una especie de cuadro sinóptico, un esquema o algo parecido.

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-Son las partes de las alas de una mariposa, dijo satisfecho al ver la cara de asombro de sus inocentes pupilos. Por favor cópienlas detalladamente. Y señalando con el láser rojo comenzó a explicar: esto es el Termen, aquí los Interespacios, en esta parte los Ocelos, en este lado los…

-¡Noo! Exclamó del fondo del salón uno de los niños horrorizado.

-Eso no pueden ser las alas de una mariposa, profe, agregó otro. Está equivocado el profe, dijo un pequeño afroamericano muy serio.

-Sííí, gritaron todos al tiempo. Eso no son alas de mariposa. Las mariposas no son así de feas, agregó de pie un pelirrojo pecoso de ojos azules resuelto a avanzar hacia la pantalla.

-¡Feas, feas, feas! Gritaban todos.

Extrañado ante esa reacción de la inocencia ofendida, el profe ordenó silencio con un vozarrón que los niños no conocían.

Todos calladitos oyeron que el siempre calmado Juan dijo en voz muy alta y clara que por favor proyectara mariposas de verdad con sus alas de colores recortadas de maneras diferentes y les contara la historia de ellas. Que dijera si era verdad que había un mundo maravilloso en algún aparte del universo lleno de mariposas que volaban suavemente y se posaban en las manos de la gente para dejarle ver los colores y misteriosos diseños en sus alitas.

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Otro de los niños pidió que les contara la historia de la pequeña hada con alas de mariposa. El pequeño afroamericano le respondió a ese contando que él se había soñado con una gran cantidad de ellas volando sobre rosas rojas, amarillas, blancas. Sí, dijo otro, ellas se alimentan del néctar de las flores. Pero no hacen miel como las abejas, agregó Luisillo, el más pequeño de la clase. Es que las abejitas son más gordas, gritó otro. Hay pajaritos que también toman néctar de flores. Son los colibrís, exclamaron algunos. Sí, sí, sí dijeron en coro. Háblenos de eso, profe. Él estaba confuso.

La bulla seguía y ya cada uno de los niños había entablado conversación personal con el de al lado. Otros hablaban en corrillo, se habían levantado de sus pupitres y se contaban historias, daban opiniones, exhibían conocimientos acerca de mariposas, flores, colibrís, abejas y miel. La clase había saltado por los aires y nadie hacía caso de los gritos del profe que se sentó con los codos apoyados en la mesa, sosteniendo la cabeza en las manos, pensativo y escéptico.

-Estos niños tienen razón, concluyó. No tengo derecho a destruirles ese mundo maravilloso que llevan adentro. Me siento matando «Principitos».

Al fin buscó en el proyector una imagen bellísima de una mariposa azul con ribetes dorados y negros y algunos puntos simétricos rojas en cada ala. La exclamación fue general. Hubo un silencio casi sagrado. Y Esperaron a que el profe comenzara a hablar. Estaban encantados.

Por Antonio Borda

 

 

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