Alepo (Miércoles, 05-04-2017, Gaudium Press) En momentos en que la comunidad internacional reacciona con indignación frente a la masacre de Idlib, Siria, en la cual fueron empleadas armas químicas, el Obispo caldeo de Alepo, Siria, Mons. Antoine Audo, hizo un llamado a la mesura a la hora de elaborar un juicio sobre los hechos de guerra y las consecuencias de los mismos. «En esta situación tan fragmentada, con tantos intereses y actores en juego, es difícil poder estar seguros al cien por cien de cómo están las cosas», indicó.
Mons. Antoine Audo, Obispo caldeo de Alepo, Siria. Foto: HazteOir. |
Desde una perspectiva diferente a la de Occidente, el también responsable de Cáritas Siria alertó que la información sobre el conflicto es confusa y frecuentemente manipulada para fortalecer propagandas contrarias. «Ya en otros momentos delicados de la guerra se han verificado episodios con uso de armas químicas que han tenido un efecto desestabilizador en todo el marco», explicó, citando el cambio de posición de mandatarios frente al conflicto a causa del hecho. » Hay intereses de las potencias regionales que participan en la guerra. Siempre debemos tener esto en cuenta, sobre todo cuando ciertas cosas se repiten con una dinámica muy similar, y provocan las mismas reacciones y los mismos efectos ya experimentados en el pasado».
Los hechos en los cuales un bombardeo a Khan Shaykun, zona bajo control de milicias contrarias al gobierno, dejó numerosas pérdidas humanas con un posible uso de un gas venenoso que afectó a los civiles el día 04 de abril. El gobierno negó el uso de armas químicas y una fuente militar afirmó la posibilidad de liberación de productos químicos como consecuencia del bombardeo a una fábrica que los contendría. El hecho fue condenado por varias naciones incluyendo al Vaticano, donde el Papa Francisco pidió la búsqueda de una solución negociada al conflicto y crítico la violencia que acabó con personas indefensas e incluso niños.
La guerra en Siria es el conflicto más grave del siglo XXI con una duración de cinco años más de 450 mil víctimas fatales, más de un millón de heridos y un éxodo de más de 12 millones de desplazados que suman aproximadamente la mitad de la población del país antes del inicio de las hostilidades. Las protestas de la llamada «primavera árabe» fueron reprimidas por las autoridades, tras lo cual se configuró una resistencia armada y un conflicto en el que participan numerosos extranjeros provenientes de Líbano (miembros de Hezbollah), Irán y Afganistán. Rusia ha respaldado militar y diplomáticamente al gobierno de Bashar al-Assad, mientras que Estados Unidos llegó a financiar entrenamiento de rebeldes.
Con información de Fides.
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