Ottawa (Sábado, 08-04-2017, Gaudium Press) El ex embajador de Libertad Religiosa de Canadá, Andrew Bennett, expresó en un foro parlamentario sus preocupaciones sobre la disposición de China en sus diálogos con la Santa Sede y recomendó cautela para no tener expectativas altas sobre los cambios que pudieran generar en las políticas del país asiático.
Andrew Bennett, ex embajador de Libertad Religiosa de Canadá. Foto: LifeNews. |
«No deberíamos estar bajo ninguna ilusión de que mientras China se involucra más y más con los marcos políticos, económicos y sociales del mundo, eso tenga impacto alguno en su registro de derechos humanos», alertó el diplomático, según informó The B.C. Catholic. Los hechos demuestran que no existe progreso en el respeto de los derecho humanos en el país, lo cual debería ser un aspecto a tener en cuenta para los países que buscan una relación más estrecha con China y los cuales deberían condicionar sus acuerdos para exigir mejoras en la materia.
Las recomendaciones del ex embajador se extendieron de forma puntual sobre los diálogos de la Santa Sede con el régimen chino. «La Santa Sede está ahora en un proceso de intentar llegar a algún tipo de consenso con el gobierno chino sobre el papel entre la Asociación Patriótica y la Iglesia Católica Romana», recordó. «Yo le aconsejaría a la Santa Sede ser cuidadosa sobre con quién se están involucrando, porque no parece haber deseo por parte del gobierno chino de cambiar su enfoque, y ciertamente no con los católicos».
El diplomático rechazó la tendencia de los países a tratar de una manera diferente a China en sus relaciones diplomáticas a causa de las diferencias culturales y a ser permisivos con las políticas más controvertidas de ese país. «Ese es un argumento en favor del relativismo moral en su peor forma. O defendemos la libertad religiosa o no lo hacemos», cuestionó.
Por su parte, David Mulroney, ex embajador de Canadá en China, expuso que el régimen comunista en su opinión padece ansiedad e inseguridad sobre su dominio del poder, lo cual explicaría su «inclinación a reprimir, castigar y silenciar a quienes aspiran a una visión más profunda y rica de la posibilidad humana». Esto no sólo incluye un intento de controlar la religión, sino también el pensamiento y las artes.
Con información de The B.C. Catholic.
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