Ciudad del Vaticano (Lunes, 10-04-2017, Gaudium Press) En una Plaza de San Pedro bellamente adornada con olivos y flores, el Papa Francisco celebró ayer la misa del Domingo de Ramos, y abrió las mentes de los fieles para el Triduo Pascual que ya inicia.
«El Evangelio que se ha proclamado antes de la procesión (cf. Mt 21,1-11) describe a Jesús bajando del monte de los Olivos montado en una borrica, que nadie había montado nunca; se hace hincapié en el entusiasmo de los discípulos, que acompañan al Maestro con aclamaciones festivas», dijo el Pontífice, quien calificó la celebración de Ramos como de «un doble sabor, dulce y amargo, es alegre y dolorosa, porque en ella celebramos la entrada del Señor en Jerusalén, aclamado por sus discípulos como rey, al mismo tiempo que se proclama solemnemente el relato del Evangelio sobre su pasión».
Ese doble sabor de que habla el Papa se sustenta en que el entusiasmo de las gentes que acogieron a Jesús es fruto de «una fuerza irresistible querida por Dios», lo que es ratificado por el mismo Señor, que responde a los fariseos: «Os digo que, si estos callan, gritarán las piedras» (Lc 19,40). Pero también en que los gritos de júbilo pronto se sucederían por las terribles agresiones al Señor: «Así, al mismo tiempo que también nosotros festejamos a nuestro Rey, pensamos en el sufrimiento que Él tendrá que sufrir en esta Semana. Pensamos en las calumnias, los ultrajes, los engaños, las traiciones, el abandono, el juicio inicuo, los golpes, los azotes, la corona de espinas… y en definitiva pensemos en el vía crucis, hasta la crucifixión».
El Papa instó a los asistentes a su homilía a contemplar el sufrimiento de Jesús también «presente en muchos de nuestros hermanos y hermanas que hoy, hoy sufren como Él». «Jesús está en ellos, en cada uno de ellos, y con ese rostro desfigurado, con esa voz rota pide – nos pide – que se le mire, que se le reconozca, que se le ame», dijo el Papa.
«No es otro Jesús: es el mismo que entró en Jerusalén en medio de un ondear de ramos de palmas y de olivos. Es el mismo que fue clavado en la cruz y murió entre dos malhechores. No tenemos otro Señor fuera de Él: Jesús, humilde Rey de justicia, de misericordia y de paz», concluyó el Papa en su homilía.
Con información de Radio Vaticano
Deje su Comentario