Cali (Martes, 11-04-2017, Gaudium Press) La Hna. María Asunción Pinto, misionera javeriana, expuso al informativo español Alfa & Omega un panorama sobre el reciente desastre ocurrido en Mocoa, Colombia, donde la población entera – una capital de departamento – fue gravemente afectada por inundaciones y deslizamientos de tierra con un saldo de al menos 314 fallecidos. La religiosa describió las graves necesidades de la población pero también su vitalidad y resistencia ante las dificultades.
La tragedia afectó a numerosas familias que necesitan apoyo espiritual y material. Foto: PADF. |
«Hay mucho dolor pero también hay mucha vida, mucha resiliencia, pequeños milagros, como el de un niño que permaneció en el barrio a temperaturas de 38º durante 2 días y lo encontraron vivo», indicó la religiosa, quien también citó el caso de una mujer embarazada arrastrada por la corriente.»La encontraron dentro del barro y ayer martes de madrugada en el hospital nació su hijo completamente sano y ella recuperándose».
Mientras las agencias estatales y religiosas avanzan en el apoyo a los damnificados, los pobladores viven en condiciones de grave privación. «Sólo decirles que la avalancha se llevó el acueducto, las estructuras eléctricas y del gas, la estación de gasolina… han desaparecido físicamente barrios enteros, han bajado de las montañas rocas de 12 y más toneladas que ahora están asentadas encima de lo que fueron las viviendas con sus familias en el interior», relató. «El cementerio está copado, 6 puentes destruidos, la carretera a Pasto destruida. Sólo hay un pequeño aeropuerto a 20 kilómetros para aterrizajes de aeronaves militares y una sola aerolínea, más bien pequeña, y una carretera que es la que llega a Cali, pasando por Pitalito, pueblo del cual llegan las ayudas materiales y está a unas 4 horas de Mocoa».
La religiosa indicó que es vital prestar ayuda psicosocial a las víctimas, hallar a los numerosos desaparecidos y solucionar el problema de la disposición de los cadáveres a causa de las altas temperaturas del lugar, que rondan los 38° centígrados. «El olor es insoportable y la posibilidad de epidemias es un hecho. El resto lo pueden deducir ustedes», comentó la religiosa. «En esta Semana Santa recordar a los mocoanos vivos y muertos, enviarles la energía espiritual de nuestra fe, que es también la fe de ellos, y aumentar nuestra conciencia de que la Tierra y sus bienes no son propiedad nuestra», concluyó.
Con información de Alfa & Omega.
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