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Qué quiso decir Jesús cuando dijo que si no nos hiciésemos con niños no iríamos al Cielo

Redacción (Jueves, 27-04-2017, Gaudium Press) Los niños son inocentes, por lo que fácilmente se puede afirmar que Cristo indica la inocencia como requisito para entrar al Reino de los Cielos: «Dejad que los niños se acerquen a Mí: no se lo impidáis, pues de los que son como ellos es el Reino de dios. En verdad os digo que quien no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él» (Mc 10, 14-16)

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Niños dando limosna

Y efectivamente, al Cielo solo entran los que mueren es estado de total inocencia o que la restauran por completo en el purgatorio.

Entretanto, el Salvador quiso apuntar también en las palabras de arriba otros elementos de la actitud psicológica de los niños como palancas que nos ayudan a llegar a la bienaventuranza eterna.

Es común entre los hombres, incluso entre aquellos que buscan la virtud, creer que esta depende del esfuerzo natural, del esfuerzo propio: «De acuerdo con la mentalidad israelita, la práctica de la Religión correspondía exclusivamente a los hombres y partía de una iniciativa propia: la persona, después de un detenido análisis, tomaba la resolución de seguir las sendas de Dios; luego, ella misma era la causa de su adhesión a la Fe. Más tarde, Jesús rectificaría este concepto enseñando a los suyos: ‘No sois vosotros los que me habéis elegido, soy Yo quien os he elegido’ (Jn 15, 16). Por eso, tanto los fariseos como los discípulos consideraban a los niños elementos ajenos a la Religión. Los asuntos relativos al Reino de los Cielos se discutían entre gente madura, capaz de raciocinar y descubrir por sí misma dónde estaba la verdad», explica Mons. João Clá, EP, en «Lo Inédito sobre los Evangelios». 1

Entretanto, la enseñanza de Jesús es bien diversa a esa mentalidad arriba descrita:

«Al afirmar que el Cielo pertenece a aquellos que son como los niños, nos enseña que la iniciativa es de Dios, pues es Él quien distribuye las gracias, designa a cada uno su vocación y santifica. A nosotros nos cabe aceptar su llamada como niños en relación a Dios».

«Quien es pequeño no se juzga ni un coloso ni autosuficiente, sino dependiente; es lo que el Señor elogia y señala como modelo a ser imitado. Según explica San Juan Crisóstomo, ‘limpia está de todas las pasiones el alma del niño. (…) Y por mucho que su madre le azote, a ella va a buscar y a ella prefiere sobre todos. (…) De ahí que el Señor dijera: ‘De los tales es el Reino de los Cielos’, a fin de que nosotros hagamos por libre voluntad lo mismo que el niño tiene por don de la naturaleza’ «.

Y concluye Mons. João Clá: «Estemos persuadidos de lo siguiente: somos criaturas contingentes, necesitamos del auxilio de Dios. Es necesario ser ‘como un niño’ para conocer su voluntad y cumplirla».

Y si por efecto de haber seguido nuestros caprichos, hemos mancillado la inocencia, ahí están los recursos dejados por Dios para restaurarla, como los sacramentos, liturgia, oración. Pero casi estaríamos tentados a decir que el mayor de los recursos es el no creernos colosos, sino dependientes, a todo momento, del auxilio de Dios.

Por Carlos Castro

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1 Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP, en Lo Inédito sobre los Evangelios – Comentario a los Evangelios domincales – Ciclo B – Domingos del Teimpo Ordinario. Librería Editrice Vaticana y Heraldos del Evangelio. Vaticano. 2014. Las citas son tomadas de esta obra.

 

 

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