Redacción (Viernes, 18-04-2017, Gaudium Press) Dios es la fuente de la pulcritud y no puede crear seres contrarios a Sí. Por tanto, todas las criaturas tienen algún aspecto por el cual reflejan su belleza.
En tesis, esa afirmación es fácilmente aceptada. Pero, si la aplicamos a algo concreto, puede no parecer tan simple… Por ejemplo, ¿quién osaría responder a esta cuestión que Plinio Corrêa de Oliveira levantó cierta vez?: ¿dónde está la belleza de la cucaracha?
¿Difícil, no? Para algunos, causará hasta cierto malestar solo el hecho de pensar en ese insecto… Pero el Dr. Plinio, con su perfecto sentido de justicia, sabía dar a cada ser el debido valor. Así, al responder a la referida cuestión, él dijo que la pulcritud de la cucaracha está en su coraza, en su marrón iridiscente que hasta parece un barniz. Además, aunque sea un insecto insignificante, ella es superior a una piedra preciosa, pues posee vida y la piedra no. Tiene, por tanto, una pulcritud ontológico-metafísica en algo superior a una joya.
Por la Hna. Denise Maria Paschoal Rocha, EP
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