Ciudad de México, México (Martes, 16-05-2017, Gaudium Press) Con motivo del Primer Centenario de las Apariciones de Nuestra Señora en Fátima, fue celebrada una Misa solemne en la Catedral Metropolitana de la capital mexicana.
La celebración, que contó con la asistencia de más de 5000 personas que devotamente abarrotaron el icónico recinto, fue presidida por el Cardenal Norberto Rivera Carrera, Arzobispo Primado de México y concelebrada por Mons. Pedro Agustín Rivera coordinador de Misión Fátima, junto con 10 sacerdotes más.
La ceremonia dio inicio con la procesión de la Imagen Peregrina de la Virgen de Fátima, custodiada por los Heraldos del Evangelio, en la que unos niños, vestidos a la usanza de la época de las apariciones, portaban las reliquias de los pastorcitos Santa Jacinta y San Francisco Marto, quienes horas antes fueran canonizados en Portugal por el Papa Francisco.
La Imagen Peregrina de la Virgen de Fátima, que lucía esplendorosa rodeada de las blancas rosas de su anda fue recibida con aplausos y vítores por el público asistente.
Homilía del Cardenal
En su homilía, el Cardenal Rivera enfatizó que este «centenario de la primera visita de la Señora venida del Cielo,…introduce a los pequeños videntes Francisco, Jacinta y Lucía en el conocimiento íntimo del amor trinitario y los conduce a saborear al mismo Dios como el hecho más hermoso de la existencia humana».
De igual manera, subrayó la importancia de la «vigilancia interior», alejándonos de las presiones externas, ya que «Dios nos puede alcanzar, ofreciéndose a nuestra mirada interior», como lo hizo con los Santos pastorcitos.
El Cardenal recalcó que «se equivoca quien piensa que la misión profética de Fátima está acabada». «Dios se pone a buscar a los justos para salvar la ciudad de los hombres» buscando sacrificios y reparación por los pecados que ofenden a Nuestro Señor. «Nuestra Madre bendita ha venido desde el Cielo ofreciendo la posibilidad de sembrar en el corazón de todos los que se acogen a ella el Amor de Dios que arde en el suyo.» Resaltó cómo el ejemplo de los 3 pastorcillos ha permeado la faz de la tierra y concluyó pidiendo que la Virgen Peregrina de Fátima inflame los corazones de la gente así como inflamó los de Francisco, Jacinta y Lucía.
Al finalizar la Eucaristía, se llevó a cabo la solemne coronación de la Imagen Peregrina por manos de una familia mexicana, en representación de todas las familias presentes, recordando con este acto que la Madre de Jesucristo es Reina de Cielos y Tierra.
Una gran bendición flotaba en el ambiente. El recogimiento de la gente que atenta asistía a la ceremonia, amenizada por la Orquesta Clásica de México dirigida por el Maestro Carlos Esteva, traspasó los muros de la Catedral cuando terminada la misa se dio inicio al Rosario y la procesión que marchó alrededor de la gran plancha del zócalo capitalino. Miles de personas, vela en mano, pasaron las cuentas del Rosario recordando los Misterios Gozosos mientras atendían los pedidos de Nuestra Señora en Fátima: orando por la conversión de los pecadores y reparando las ofensas cometidas contra Su Inmaculado Corazón.
Posteriormente, la Imagen Peregrina junto con las reliquias de Santa Jacinta y San Francisco Marto fue presentada para la veneración de los fieles a las puertas de la Catedral.
El público asistente aprovechó la ocasión para obtener la indulgencia plenaria que la Santa Sede otorga con ocasión del centenario de las apariciones.
Gaudium Press / María del Carmen Sierra
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