Ciudad del Vaticano (Miércoles, 17-05-2017, Gaudium Press) El Papa Francisco afirmó durante la Misa celebrada en la Casa Santa Marta que la verdadera paz no podemos fabricarla nosotros mismos.
En su homilía, el Pontífice destacó que «una paz sin Cruz no es la paz de Jesús», resaltando además que solo el Señor puede darnos la paz en medio de las tribulaciones.
Os dejo la paz, os doy mi paz…
Francisco desarrolló su homilía, partiendo de las palabras de Jesús a sus discípulos en la Última Cena: «Os dejo la paz, os doy mi paz».
En seguida, Francisco trató del significado de paz ofrecido por Nuestro Señor. Y para eso destacó el pasaje de los Hechos de los Apóstoles de la Primera Lectura que la liturgia indica para el día de ayer, que trata de las muchas tribulaciones sufridas por Pablo y Bernabé en sus viajes a proclamar el Evangelio.
«¿Esta es la paz que Jesús da?», preguntó el Papa, que observó en seguida que la paz que Él da no es aquella que el mundo da.
Paz del mundo
El mundo ofrece una paz anestesiada, esconde la Cruz, no quiere que veamos la Cruz.
Francisco comentó que «La paz que nos da el mundo es una paz sin tribulaciones; nos ofrece una paz artificial» una paz que se reduce a la «tranquilidad».
Y esto es una paz «que solamente mira a sus propios intereses, sus propias certezas, que no falte nada», un poco como era la paz del hombre rico. Una tranquilidad que nos torna «cerrados», que no se ve «más allá»:
Paz Anestesiada y la Paz de Jesús
Fueron además palabras del Papa Francisco: «El mundo nos enseña el camino de la paz con la anestesia: nos anestesia para no ver otra realidad de vida: la Cruz. Por eso Pablo dice que se debe entrar al Reino de los cielos a través del camino con tantas tribulaciones. ¿Pero se puede tener paz en la tribulación? De nuestra parte, no: nosotros no somos capaces de hacer una paz de tranquilidad, una paz psicológica, una paz hecha por nosotros porque hay tribulaciones: hay quien tenga un dolor, una enfermedad, una muerte… existen.
La paz de Jesús es un regalo: es un don del Espíritu Santo. Y ella puede estar en medio de las tribulaciones (…). No es una especie de estoicismo, lo que hace el faquir: no. Es otra cosa».
La Paz no se compra
La paz de Dios es «un don que nos hace seguir adelante». Jesús, después de haber dado la paz a los discípulos, va al Jardín de los Olivos y allí él sufre, «ofrece todo a la voluntad del Padre y sufre, pero no falta el consuelo de Dios». Y el Evangelio, de hecho, narra que se «le apareció un ángel del cielo para consolarlo».
La Paz de Dios, Paz real
«La paz de Dios es una paz real, que está en la realidad de la vida, que no niega la vida: la vida es así», enseña el Papa mostrando que «hay sufrimiento, hay enfermos, hay tantas cosas malas, hay guerras… pero la paz de dentro, que es un don, no se pierde, sino se va adelante cargando la Cruz y el sufrimiento. Una paz sin Cruz no es la paz de Jesús: es una paz que se puede comprar. Podemos fabricarla nosotros mismos. Pero no es duradera: termina».
Paz interior
Pidamos la gracia de la paz interior, don del Espíritu Santo, recomendó el Santo Padre. Cuando alguien se queda con rabia, «pierde la paz», dijo él. Que continuó, agregando que cuando mi corazón «queda turbado es porque no está abierto a la paz de Jesús», porque yo no soy capaz de «llevar la vida como ella viene, con las cruces y los dolores que vienen».
«Debemos entrar al Reino de Dios a través de muchas tribulaciones. La gracia de la paz, de no perder la paz interior.
Un Santo decía, hablando sobre eso: ‘La vida del cristiano es un camino entre las persecuciones del mundo y las consolaciones de Dios’ (San Agustín, De Civitate Dei XVIII, 51 nota).
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