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San Pablo: entre persecuciones del mundo y consolaciones de Dios

Ciudad del Vaticano (Viernes, 02-06-2017, Gaudium Press) En la Santa Misa que celebró ayer por la mañana, en la Capilla de la Casa Santa Marta, el Papa Francisco hizo su homilía teniendo como fondo de cuadro la lectura del día que fue tomada de los Hechos de los Apóstoles.

Francisco quiso acentuar «tres dimensiones de esta vida de Pablo en movimiento, siempre en camino». Para Él, «la vida del apóstol Pablo es una vida siempre en movimiento. (…) Es un hombre que siempre estaba en movimiento», dijo el Pontífice.

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Siempre en movimiento para anunciar a Cristo

«La predicación, el anuncio», esta es la primera dimensión de la vida del Apóstol: Pablo va de un lugar a otro para anunciar a Cristo y cuando no predica en un lugar, trabaja:

«Pero lo que él más hace es la predicación: ¡cuando es llamado a predicar y a anunciar a Jesucristo, es una pasión suya! No se queda sentado delante de un escritorio, no. Él siempre, siempre está en movimiento. Siempre llevando adelante el anuncio de Jesucristo. Tenía dentro de sí un fuego, un celo, un celo apostólico que lo impulsaba. No volvía para atrás. Siempre para adelante. Esta es una de las dimensiones que le trae problemas, realmente».

Con el Espíritu Santo, enfrentando las persecuciones

«Las dificultades, más claramente las persecuciones», forman la segunda dimensión de la vida de Pablo».

«Todos se unen para acusarlo. Él será juzgado por causa de sus movimientos, él perturba, debe ser juzgado, condenado por eso.
Comenta el Papa al leer ese pasaje en los Hechos de los Apóstoles: «Y el Espíritu dio a Pablo un poco de inteligencia y él sabía que no era uno, que de entre ellos existían muchas luchas internas. Sabía que los saduceos no creían en la Resurrección y que los fariseos creían. Entonces, para salir de aquel momento, dijo en alta voz: ‘Hermanos, yo soy fariseo e hijo de fariseos. Estoy siendo juzgado por causa de nuestra esperanza en la resurrección de los muertos.’ Cuando dijo eso se armó un conflicto entre fariseos y saduceos, pues los saduceos no creían. Y ellos que parecían unidos, se dividieron. «

Y Francisco continúa en sus reflexiones hablando del episodio de la división entre los fariseos y saduceos, a propósito de las respuestas de Pablo, durante el juicio:

«Ellos eran los custodios de la ley, los custodios de la doctrina del Pueblo de Dios, los custodios de la fe. Sin embargo, creían en cosas diferentes. Esas personas habían perdido la Ley, habían perdido la doctrina, habían perdido la fe, pues la transformaron en ideología», e hicieron «lo mismo con la doctrina».

La fuerza de San Pablo: la Oración, la intimidad con el Señor

Para continuar su pensamiento, el Papa trató de lo que él considera ser la tercera dimensión de la vida de San Pablo: la oración, la intimidad con el Señor. «Pablo -subraya el Papa- tenía esa intimidad con el Señor»:

«Él venía a su lado varias veces. Una vez él dice que es llevado casi hasta al séptimo cielo, en la oración, y no sabía cómo decir las cosas bonitas que había oído allá. Pero este luchador, este anunciador sin límite de horizonte, siempre más, tenía aquella dimensión mística del encuentro con Jesús.

La fuerza de Pablo era este encuentro con el Señor, que él hacía en la oración, como fue el primer encuentro en el camino para Damasco, cuando él iba a perseguir a los cristianos. Pablo es el hombre que encontró al Señor, y no se olvida de eso, y se deja encontrar por el Señor y busca al Señor para encontrarlo. Hombre de oración».

Entre persecuciones del mundo y consolaciones de Dios

Para encerrar su homilía, el Papa Francisco recordó las enseñanzas que le trajeron la Lectura del día al afirmar que «son las tres actitudes de Pablo que nos enseña este pasaje: el celo apostólico para anunciar a Jesucristo, la resistencia – resistir a las persecuciones – y la oración: encontrarse con el Señor y dejarse encontrar por el Señor».

Pablo avanzaba en su apostolado de ese modo y, así iba adelante, dijo el Pontífice, «entre las persecuciones del mundo y las consolaciones de Dios». «Que el Señor nos dé la gracia – concluyó el Papa – a todos nosotros bautizados, la gracia de aprender esas tres actitudes en nuestra vida cristiana: anunciar a Jesucristo, resistir» a las persecuciones «y a las seducciones que nos llevan a distanciarnos de Jesucristo, y la gracia del encuentro con Jesucristo en la oración». (JSG)

 

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