Seúl (Viernes, 02-06-2017, Gaudium Press) El Padre Philippe Blot, de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París, no podía contener las lágrimas cuando le contaban ciertas historias de horror algunos norcoreanos que lograban escapar de su país. El trabajo con jóvenes en la diócesis de Gwachon, en Corea del Sur.
«He escuchado historias tan insoportables que se me saltaban las lágrimas de sufrimiento y vergüenza», dice.
Él viaja dos veces al año a China y allá ayuda a norcoreanos que han logrado ingresar, a ir a países como Laos, Camboya o Corea del Sur.
El sacerdote francés, cuenta que el año pasado un pastor evangélico que ayudaba a norcoreanos en China fue asesinado. Es un riesgo que él asume con espíritu de sacrificio y decisión cristiana.
«La mayoría de ellos [los refugiados] lleva encima cuchillas de afeitar para suicidarse si son atrapados. Cada vez que voy a China no encuentro a cerca de un 10% de los norcoreanos que conocía allí (de viajes anteriores): han sido asesinados o se han suicidado», relataba el misionero francés.
El Padre Blot ha ido creando con el paso de los años una red de «traficantes de confianza, gente que cobra pero que son de fiar». Aproximadamente, en cada visita pone en con estos personajes a cerca de una veintena de refugiados. Durante 10 o 15 días, estos ‘guías’ los acompañan desde el noreste del país hasta la frontera sur, y de ahí a su país de destino. No sólo hay que pagarles a ellos sino a todas las personas que los ayudan en el camino y también deben sobornar a policías y guardias fronterizos. Más o menos eso cuesta entre 4.000 y 5.000 euros por refugiado. El padre Blot tiene como misión ayudar en ello.
Con información de ReligionEnLibertad
Deje su Comentario