Cracovia – Polonia (Lunes, 05-06-2017, Gaudium Press) El día 27 de mayo la Primer Ministro de Polonia Beata Szydlo participó de una ceremonia muy especial realizada en la Catedral de San Nicolás, de la Diócesis de Bielsko-Zywiec, en tierras polacas.
Beata Szydlo es una católica practicante. Fue ella quien no aceptó las injerencias de la Unión Europea que la presionaban para que se despenalizase el aborto en Polonia.
Pero, en aquel día, allí en la Catedral ella no estaba presente apenas como jefe de gobierno o como política: allá estaba una madre católica.
La madre, Beata Szydlo, junto con su esposo, aguardaba sentada en los primeros bancos de la Catedral el inicio de la ceremonia.
La pregunta surge pronto, siendo ella una personalidad pública: ¿Qué ceremonia tan importante era esa?
La Madre Primer Ministro participaría de una Misa presidida por el Obispo de Bielsko-Zywiec, Mons. Roman Pindel, durante la cual habría la ceremonia de ordenación presbiteral de algunos jóvenes, entre ellos, su hijo Tymoteusz Szydlo.
Camino difícil, pero bonito…
Realizada la ordenación, en la salida de la Catedral, la Primer Ministro fue recibida con aplausos por los que allá estaban y pudo decir a la prensa que todo aquello había sido para ella y para los padres de todos los neo-sacerdotes «una experiencia extraordinaria».
Beata expresó lo que ella y los otros padres sentían: nuestros hijos tendrán en frente un «camino difícil, pero bonito».
Primera Misa
El ahora Padre Tymoteusz Szydlo, tiene 25 años. Su primera Misa fue oficiada el domingo, día 4, en la Fiesta de Pentecostés, en la Iglesia de la Santa Cruz, en Cracovia.
El Padre Tymoteusz adoptó como lema de su sacerdocio el primer versículo del capítulo 5 de la Carta a los Gálatas: «Fue para la libertad que Cristo nos liberó».
En la ocasión en que fue administrado el Sacramento del Orden, la Fraternidad Sacerdotal San Pedro, que es responsable por la Iglesia de la Santa Cruz, expresó su saludo a la Primer Ministro de Polonia, a su esposo, al nuevo sacerdote y a toda familia, así como «a la bendecida Polonia». Y la FSSP finalizaba su saludo con la frase: «Feliz es el pueblo cuyo Dios es el Señor». (JSG)
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