Ciudad del Vaticano (Martes, 27-06-2017, Gaudium Press) «El cristiano verdadero no es aquel que se instala y se queda parado, sino aquel que confía en Dios y se deja guiar en un camino abierto a las sorpresas del Señor», dijo el Papa Francisco durante la misa que celebró este lunes (26/06), en la capilla de la Casa Santa Marta.
Primera Lectura
En su homilía, Francisco reflexionó sobre Abraham a partir de la Primera Lectura que la liturgia ofreció para el día y que es sacada del Libro del Génesis. Y él escogió hablar sobre Abraham porque en él, afirmó el Papa, «existe el estilo de la vida cristiana, el estilo nuestro como pueblo», basado en tres dimensiones: el despojamiento, la promesa y la bendición.
Despojamiento
El Señor exhorta a Abraham a salir de su país, de su patria, de la casa de su padre», recordó el Papa:
«El ser cristiano tiene siempre esta dimensión del despojamiento que encuentra su plenitud en el despojamiento de Jesús en la Cruz. Siempre hay un vamos, un deja, para dar el primer paso: ‘Sal de tu tierra, de tu familia y de la casa de tu padre’. Si hacemos memoria veremos que en los Evangelios la vocación de los discípulos es un ‘vamos’, ‘deja’ y ‘ven’. También en los profetas, ¿no es? Pensemos a Eliseo, trabajando la tierra: ‘Deja y ven’.»
El Papa comentó también sobre el despojamiento: «Abrahán «obedeció por la fe», partiendo para la tierra a ser recibida como herencia, pero sin saber el destino preciso».
«El cristiano no tiene un horóscopo para ver el futuro. No busca la nigromante que tiene la bola de cristal, para que lea su mano. No, no. No sabe a dónde va. Debe ser guiado. Esta es la primera dimensión de nuestra vida cristiana: el despojamiento. Pero, ¿por qué el despojamiento? ¿Para una ascesis parada? ¡No, no! Para ir en dirección a una promesa. Esta es la segunda. Somos hombres y mujeres que caminan a una promesa, a un encuentro, para algo, una tierra, dice a Abraham, que debemos recibir como herencia.»
Estar en camino
El Pontífice comentó que Abraham no edifica una casa, sino «levanta una tienda», indicando que «está en camino y confía en Dios», por tanto, construye un altar «para adorar al Señor». Entonces, «continuar caminando» es estar «siempre en camino»:
«El camino comienza todos los días en la parte de la mañana; el camino de confiar en el Señor, el camino abierto a las sorpresas del Señor, muchas veces no buenas, muchas veces feas – pensemos en una enfermedad, una muerte – pero abierto, pues yo sé que Tu me conducirás a un lugar seguro, a una tierra que preparaste para mí; esto es, el hombre en camino, el hombre que vive en una tienda, una tienda espiritual. Nuestra alma, cuando se arregla mucho, se arregla demás, pierde esa dimensión de ir en dirección de la promesa y en vez de caminar en dirección de la promesa, carga la promesa y posee la promesa. Y no debe ser así, eso no es realmente cristiano».
La Bendición
Aparece con Abraham otra característica: la de la Bendición, dice Francisco. El cristiano es un hombre, una mujer que «bendice», que «habla bien de Dios y habla bien de los otros» y que «es bendecido por Dios y por los otros» para ir enfrente.
Y este es el esquema de «nuestra vida cristiana», porque todo mundo, «también» los laicos, debemos «bendecir a los otros, hablar bien de los otros y hablar bien a Dios de los otros». (JSG)
(De la Redacción de Gaudium Press, con informaciones de RV)
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