viernes, 22 de noviembre de 2024
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Diácono estadounidense reflexiona sobre necesidad de evitar "mentalidad de anulación"

Washington (Lunes, 17-07-2017, Gaudium Press) Siguiendo una reflexión de San Juan Pablo II, el Diácono Jim Russell, de la Arquidiócesis de St. Louis, Estados Unidos, redactó un extenso comentario en la revista Crisis Magazine sobre la necesidad de evitar una «mentalidad de anulación» que ponga en riesgo la catequesis de los fieles sobre la indisolubilidad del matrimonio. La proposición a la ligera de los procesos de nulidad como una supuesta solución a los problemas conyugales de los fieles podría llevar a considerar esta herramienta legal canónica como una especie de «divorcio» y contagiar a otros fieles.

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Una acción crucial para preservar el matrimonio sería nunca iniciar un proceso de nulidad sin haber intentado todos los medios posibles para sanar y reparar la unión.

Parte de los riesgos de esta mentalidad derivan de la influencia del divorcio civil en la cultura, la cual socava el ideal del matrimonio y resta estímulo a los fieles en la lucha por superar las circunstancias difíciles y preservar la unión conyugal. Para superar este desafío, el diácono Russell sugirió una serie de acciones.

La primera de ellas es insistir sobre la naturaleza de la unión matrimonial, su validez natural y su carácter de Sacramento cuando dicha unión se realiza entre dos creyentes dentro de la Iglesia. De la misma forma, enseñar con claridad que el primer fin del matrimonio es la procreación y la educación de los hijos y que el fin de la ayuda mutua y la unión física de los esposos es secundario a este. Enseñar sobre estas características, así como sobre su indisolubilidad puede preparar mejor a las parejas que aspiran a unirse en matrimonio a ser conscientes de los compromisos que se adquieren.

Para evitar pensar en la nulidad como un supuesto divorcio, el diácono aconsejó difundir las simples condiciones que el derecho canónico estipula para estimar si una persona es capaz de dar un consentimiento libre al matrimonio y por tanto celebrar el sacramento de modo válido e irrevocable, contenidos en el Cánon 1096 del Código de Derecho Canónico: «Para que pueda haber consentimiento matrimonial, es necesario que los contrayentes no ignoren al menos que el matrimonio es un consorcio permanente entre un varón y una mujer, ordenado a la procreación de la prole mediante una cierta cooperación sexual». En su parágrafo segundo aclara que «Esta ignorancia no se presume después de la pubertad».

Una acción crucial para preservar la institución del matrimonio sería en opinión del diácono nunca iniciar un proceso de nulidad sin haber intentado todos los medios posibles para sanar y reparar la unión. «Esto es donde está el verdadero trabajo, pastoralmente hablando», indicó. «Cada Diócesis, cada parroquia, debería tomar acciones que aseguren que un proceso pastoral tal sea explícitamente ofrecido a las parejas que están al borde de concluir que no existe esperanza».

Otras acciones como el claro repudio del divorcio, nunca presumir la nulidad de un matrimonio antes de concluir el proceso canónico y aclarar que el proceso de nulidad es humano y por tanto falible pueden cooperar a evitar propagar una idea errada del mismo. Finalmente, llevar a cabo un proceso espiritual serio tras una declaración de nulidad puede ayudar a los fieles cuyas uniones fueron declaradas nulas a hacer un examen profundo antes de intentar un nuevo matrimonio y a no descuidar las obligaciones que puedan permanecer del primer intento de unión.

Con información de Crisis Magazine.

 

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