Río de Janeiro (Miércoles, 19-07-2017, Gaudium Press) La Ciudad Maravillosa, Río de Janeiro, recibió del 13 al 15 de julio la segunda edición del Congreso Internacional Laudato Si y Grandes Ciudades, evento que fue abierto en el auditorio del Edificio Juan Pablo II, en el barrio de la Gloria.
En la mesa de apertura, estuvieron presentes el Cardenal Orani João Tempesta, Arzobispo de Río de Janeiro, Cardenal Luís Martínez Sistach, Arzobispo Emérito de Barcelona (España) y presidente de la Fundación Antonio Gaudí para las grandes ciudades, y Vicente Andreu Grillo, representante del Ministerio del Medio Ambiente y director-presidente de la Agencia Nacional de Aguas.
Organizado por la Fundación Antonio Gaudí para las Grandes Ciudades, localizada en Barcelona, el congreso tiene la intención de contribuir para la humanización de los grandes centros urbanos.
En mensaje destinado al Cardenal Sistach, el Papa Francisco destacó que en la carta encíclica «Laudato si» es hecha referencia «a varias necesidades físicas que el hombre de hoy tiene en las grandes ciudades y que necesitan ser afrontadas con respeto, responsabilidad y relación. Son tres ‘R’ que ayudan a actuar de forma conjunta delante de los imperativos más esenciales de nuestra convivencia».
«El respeto es la actitud fundamental que el hombre ha de tener con la creación. Esa la recibimos como un don precioso y debemos esforzarnos para que las generaciones futuras puedan seguir admirándola y disfrutándola. Este cuidado debemos enseñarlo y transmitirlo. San Francisco de Asís afirmaba en su Cántico a las criaturas: «Alabado seas, mi señor, por la hermana agua, la cual es muy útil, humilde, preciosa y casta». En estos adjetivos se expresa la belleza e importancia de este elemento, que es indispensable para la vida. Como otros elementos creados, el agua potable y limpia es expresión del amor atento y providente de Dios por cada una de sus criaturas, siendo un derecho fundamental, que toda sociedad debe garantizar (cf. Laudato si, 30). Cuando no se le presta la atención que merece, se transforma en fuente de enfermedades y su escasez pone en peligro la vida de millones de personas. Es un deber de todos crear en la sociedad una consciencia de respeto por nuestro entorno, esto beneficia a nosotros y las generaciones futuras», escribe el Pontífice.
Al final del mensaje, el Santo Padre pidió la intercesión de la Virgen Santísima «por esas jornadas de estudio y reflexión», a fin de «que su consejo guíe y oriente sus decisiones en favor de una ecología integral que proteja nuestra casa común y construya una civilización cada vez más humana y solidaria». (LMI)
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