Washington (Viernes, 28-07-2017, Gaudium Press) ReligionenLibertad nos trae la interesante historia de Adrienne Pueschel, quien tuvo un momento sublime de conversión observando por televisión los funerales de San Juan Pablo II.
La familia de su abuela materna, polaca, era católica, pero ya su abuela no tanto. Entretanto, la mamá de Adrianne quiso que la niña aprendiese algo de religión y encargó a una «señora mayor y vecina muy excéntrica» que le diera clases de Biblia en el patio de la casa. «Me daba una fresa untada en azúcar cada vez que yo recitaba lo de ‘tanto amó Dios al mundo que entregó a su único Hijo para salvarlo’, de Juan 3,16».
Un día acompañó a una pequeña amiga a una misa católica. Ella recuerda que se arrodillaban, se sentaban y luego todos se levantaban para «comer algo que les daban allí delante». Por parte de padre eran mormones, lo que motivó que algunas veces Adrienne fuese al culto mormón junto a sus abuelos. Algunas veces. Pero no más que eso.
Estuvo en un instituto experimental y artístico en Berkely en los 60’s. Siempre sintió fuerte atracción por el teatro y la música.
En 1977 ve la película «Jesús de Nazareth», lo que constituyó un «descubrir a Cristo» como alguien vivo, accesible. Luego conoce a Brad, quien compartía con ella su sensibilidad artística, y quien también tuvo conmoción buena viendo al Jesús de Zeffirelli. Se casaron.
Mudados los esposos a los bosques de Oregon en 1992, y sin descendencia, preguntaban a Dios hacia donde orientar la vida. Leyeron la biblia en dos ocasiones, leyeron Mero Cristianismo de Lewis, y fueron interesándose más por las cosas de la religión.
Encontraron el canal de la Madre Angélica, EWTN, se aficionaron a él, y un día allí siguieron los magníficos funerales del Papa polaco. El comentarista era de quilate y agudo, las ceremonias preciosas, con sus matices, con la profundidad de la liturgia católica. Llegó pues el momento auge.
«Cantaron la letanía de los santos en latín y de alguna manera entendí que la Iglesia llamaba a estos santos, tan variados, durante tanto tiempo fallecidos, pidiendo su oración por nosotros. Fíjate, ¡podían rezar por nosotros desde el Cielo! ¿Por qué nadie me lo había dicho antes? Fue una nueva cascada de lágrimas».
«¿La Iglesia había tenido razón sobre el Cielo todo el tiempo? Y sólo ella había mantenido esta fe, entre tanta ignorancia, confusión y desdén. De repente, dije en voz alta: ‘Han tenido razón sobre todo durante dos mil años’. Todo ese cántico, la belleza, las ceremonias antiguas… esta Iglesia sabía qué hacer y lo hacía bien».
El futuro Papa Ratzinger hizo el elogio de Juan Pablo II y mencionó su amor por el teatro puesto al servicio de Dios. A Adrienne la tocó especialmente ello.
Días después Adrienne y Brad fueron a una parroquia católica consagrada a Nuestra Señora de Fátima. Luego un sacerdote de los oblatos de María Inmaculada les hizo catequesis que fueron acompañadas por los programas que se emitían en EWTN.
En el año 2010 peregrinaron por insignes santuarios y lugares de culto europeos, fortaleciendo su fe. En su parroquia en Oregon han sido catequistas y responsables parroquiales.
«Descubrimos, como dice Chesterton, que la Iglesia Católica parece pequeña y estrecha por fuera pero abre espacios infintos vista desde dentro», exclama Adrienne.
Con información de ReligionenLibertad
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