Puerto Iguazú – Argentina (Viernes, 28-07-207, Gaudium Press) El obispo de Puerto Iguazú – Argentina, Mons. Marcelo Martorell, comentando las lecturas del XVI Domingo del Tiempo Común reflexiona sobre el capítulo 12 del libro de la Sabiduría y habla del Evangelio donde es narrada la parábola del trigo y la cizaña.
Para el obispo son textos que «nos llevan a contemplar la misericordia de Dios y nos hace contemplar este atributo divino que alimenta nuestra confianza en Él».
Primera lectura
Mons. Marcelo comenta que «en la primera lectura contemplamos con rapidez y dice así: Tu poder es el principio de la justicia y tu sabiduría universal te hace perdonar a todos… Tú, poderoso soberano, juzgas con moderación, tú nos gobiernas con gran indulgencia…»
No pasa así entre los hombres, comenta, que cuando tenemos poder, juzgamos a nuestros hermanos con fuerza y crueldad… ¡Y tantas veces en nombre de la justicia!
Continúa el prelado en sus reflexiones:
«Somos rencorosos y muchas veces nos parece que perdonar y olvidar es señal de debilidad.
Justicia y misericordia
«En Dios, justicia y misericordia se identifican, así induce el corazón de los hombres al arrepentimiento, o sea, le da tiempo de arrepentimiento y utiliza la fuerza de su gracia para llevarlo a Él.
Evangelio
En seguida, el prelado trata del texto del Evangelio, «que nos ilustra sobre este tema de forma concreta en la parábola del trigo y la cizaña; y aquí ya no nos habla un autor bíblico, es el Señor mismo que nos habla.
«El Reino de los Cielos se parece con un hombre que sembró la buena semilla en su campo; pero a la noche su enemigo sembró también la cizaña y esta crece como crece la buena planta, y cuando los empleados propusieron al Señor arrancarla, este se opuso y les impide de hacer diciendo: ‘no, porque podrían arrancar también el trigo, déjelos crecer juntos hasta la hora de cosechar’.
Un buen agricultor arrancaría en seguida la cizaña, para no quitar la fuerza del trigo y también para no perjudicarlo.
Sin embargo el Señor nos quiere explicar cuál es la actitud de Dios frente a los buenos y los malos».
¿Por qué actúa así el Señor?
¿Por qué el Señor no permite que se arranque la cizaña? Porque es infinita su paciencia y quiere dar tiempo a los seguidores de la cizaña, o sea, del maligno, para que se conviertan por fuerza del Evangelio enseñado, y espera también que dada la fuerza del trigo (el Evangelio) aplaste la cizaña.
También el Señor quiere que la virtud del hombre que sigue el Evangelio no se degenere por la fuerza de la cizaña.
Mons. Marcelo continúa su reflexión
«Así la parábola nos invita a la vigilancia, a aprovechar la fuerza de la gracia y no dejar tampoco que la cizaña nos tome y nos destruya; es decir, que destruya la obra de Dios en el corazón del hombre.
«Porque los malvados y los corruptores un día serán lanzados al horno encendido en el día de la poda», «mientras que los justos y perseverantes brillarán como sol en el Reino del Padre».
Vivir en el mundo
Mons. Marcelo Martorell explica que «Vivir en el mundo es difícil, sin embargo tenemos la gracia que nos ayuda a superar las dificultades, a superar los ataques del enemigo, sobre todo los engaños del maligno que hace aparecer el pecado como virtud y la virtud como estupidez, la soberbia y obstinación como justicia y el arrepentimiento como cosa de tontos. Pensar en un premio al final de los tiempos es para estos una cosa de tontos».
Para concluir, dijo el Obispo de Puerto Iguazú:
«Es por todo eso que tenemos que vigilar y rezar, para que la gracia de Dios actúe en nosotros y nos impida caer en las trampas del maligno que en mundo tan controvertido, por desgracia, se viste de bellas palabras y de atrayentes discursos». (JSG)
(De la Redacción Gaudium Press, con informaciones AICA)
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